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Paz se despertó inquieta. No podía dormir, sentía que aún tenía muchas cosas pendientes por hacer y no podía dejarlas a medias. Se miró en el espejo y se vio mayor, no lograba recordar si en algún momento de su larga vida había sido joven. Su largo pelo blanco caía sobre sus hombros rizándose en las puntas dándole un aspecto desenfadado a pesar de su estricto carácter. Su pequeño cuerpo se hacía aún más pequeño dentro de aquel camisón de algodón ya amarillento por los años.
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Bajó al salón, decorado con muebles anticuados pero en perfecto estado a pesar del paso del tiempo. Sobre los reposabrazos de los sillones y el sofá de escay había rigurosamente alineados unos tapetes de bolillo que ella mismo elaboraba cuando sus manos y su vista aún se lo permitían. En uno de los sillones, su marido se había dejado el libro que estaba devorando en esos días. Paz cogió el libro y se sentó a ojearlo unos instantes, aunque en realidad nada de lo que leía tenía sentido para ella. Lo que realmente deseaba hacer era colocarlo en su sitio, sobre la mesita auxiliar también adornada con un tapete artesanal.
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Tras ver que todo estaba en orden, Paz se dirigió a la cocina. Julio César la recibió con un sonoro bufido. No importaba, a Paz nunca le gustó ese estúpido gato. Julio César salió erizado de la cocina y Paz volvió a quedarse sola. La cocina era pequeña. Echó un vistazo a los fogones, estaban muy usados, habían pensando en cambiarlos y poner una cocina más moderna, de esas que no necesitan las pesadas bombonas de butano para funcionar. Ni ella ni su marido tenían ya las fuerzas para moverlas. Había un vaso usado en la mesa, Paz lo cogió, lo fregó, lo secó y lo colocó en su sitio. Todo estaba bien, no había nada fuera de lugar. Incluso la pequeña lista de la compra, que estaba sujeta en la nevera por un imán recuerdo de Mallorca, estaba totalmente alineada con los ángulos de la nevera.
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Paz fue hacia las encaramadas escaleras, el granito se veía gastado por el centro de los escalones, eran muchos años viviendo allí. Solo pensar en subir a Paz se le resentían las rodillas. Increíblemente no le costó mucho esfuerzo llegar hasta arriba.
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Volvió a su habitación. Ella y su marido dormían en camas separadas, aunque la decisión de hacerlo nunca les mejoró el dolor de espalda a ninguno de los dos. Se acercó a su marido que dormía plácidamente, le arregló un poco la sábana para cubrirlo mejor y le dio un beso con los ojos.
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Paz decidió volver a su cama y yacer de nuevo en su cuerpo inerte.
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Comentarios al blog
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La presidenta del rellano.
(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.
Oooooh!!! Fantástico, maravilloso.
ResponderEliminarMe ha encantado Shemby, de verdad.
Felicidades y a ver si repites pronto.
Me veía a venir el final, jeje!!
Petó.
¡¡Vaya!! Todo tan normal, tan cotidiano y al final, ¡toma!, todo un punch line. Yo estaba pensando si lo harías en dos partes... :). Muy bueno el detalle de que no le costó mucho esfuerzo subir hasta arriba... ¡Más, más!!
ResponderEliminarRipley
Pues yo no esperaba este final.Que chulo...
ResponderEliminar¡¡¡¡¡¡¡¡¡yo también quiero más!!!!!!!!!!
Te juro que se me han erizado todos y cada uno de los pelos que cubren mis brazos y mis piernas.
ResponderEliminarUn relato muy bien estructurado, con una prosa elegante y correcta, adornado con un final impactante, inesperado. Y con una extensión perfecta, ni largo y pesado, ni corto y escaso.
Es bueno, muy bueno.
Gracias guapa.
Patxi
Excelente Shemby, es de lo mejor que he leido últimamente, según vas leyendo te vas mezclando con la historia, me gusta....¡quiero más!.
ResponderEliminarUn beso, Maria José....eres grande.