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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

martes, 18 de mayo de 2010

LA ÚLTIMA APNEA


LA ÚLTIMA APNEA

El sol brillaba con todo su esplendor a pesar de los nubarrones que rondaban por mi cabeza. La decisión estaba tomada.


Estaba decidido a enfrentarme con aquel último reto mientras me fumaba mi último cigarrillo, sentado en el tubo de babor de mi neumática, observando el horizonte. Cuando lo creí oportuno, lo tiré al agua egoístamente despectivo sin dudarlo dos veces.

Me sumergí en aquel mar azul turquesa provisto de sendas aletas, una gafas de buceo, el indicador de profundidad de muñeca, una pequeña linterna submarina y mi cinturón de plomos ajustado a la cintura y asegurado con una cadenita en el tobillo y un candado cuya llave tiré antes por la borda para evitar tentaciones. Sólo un pensamiento de liberación total me empujaba hasta la tan ansiada meta.

El agua estaba tibia.


10 METROS.

El agua estaba limpia y mis pulmones a rebosar. Me sentía fuerte y animado. Un banco de pequeños peces me distrajo por un momento. Seguir…seguir…


20 METROS.

A pesar de la profundidad y la desaparición de los rayos del sol, aun se podían distinguir las diferentes tonalidades de azules que delimitaban los cambios de temperatura. Mi decisión seguía siendo la misma y ya no necesitaba el esfuerzo de mis aletas para continuar hundiéndome. El agua ahora estaba fría.


30 METROS.

Ahora estaba un poco más preocupado. La velocidad de descenso era mucho más rápida de lo previsto y la necesidad de compensar la presión en mis oídos más apremiante. No quería que los tímpanos me explotasen a destiempo con la consabida pérdida del sentido del equilibrio y la orientación. Necesitaba estar consciente mientras mis pulmones aguantasen. Soplé con fuerza por la nariz mientras con los dedos pulgar e índice impedía la salida del aire. La presión volvió a su normalidad.


40 METROS.

Los colores desaparecieron para dar lugar a una visión muy escasa. El gris oscuro empezaba a hacer mella en mí. Por un momento estuve tentado de regresar, puesto que en mi cabeza había el mismo color que el del oscuro abismo. El pecho me empezó a arder a pesar el frío reinante.


50 METROS.

El gran azul. Todo azul… que bonito... Volvía a estar bien conmigo mismo y con mi entorno. Ya no importaba lo que quedaba atrás. Todo volvía a estar en su sitio. Aun era consciente de que aquella sensación agradable era producto de la narcosis de la profundidad. Ya me había sucedido anteriormente. Nada alarmante.


60 METROS.

Aun seguían las tonalidades azules oscuros y a pesar de que seguía estando eufórico, por un momento llegó el primer aviso de presión en el pecho en forma de punzada dolorosa. Tenía el cuerpo helado pero debía seguir inevitablemente…


70 METROS.

Sólo la negrura con algún destello distraen un dolor cada vez más hiriente. La realidad se distorsiona. Ya no necesito las aletas ni la cuerda del ancla…La cuerda del ancla que conscientemente no eché… Me estoy confundiendo.


80 METROS.

Ya no hay vuelta atrás. Sólo importa el final del trayecto. Si no fuera por la linterna, ni siquiera vería lo que indica el profundímetro. Me siento como un globo a punto de estallar. Las 90 atmósferas de presión hacen que mis gafas de buceo se me claven en el rostro como una cuchilla. Compenso de nuevo por la nariz con gran esfuerzo para nivelar la presión.


90 METROS.

Mi boca se abre de forma involuntaria y deja escapar las últimas reservas de aire. El descenso se acelera y mis pensamientos dejan de ser coherentes. Mi cuerpo deja de funcionar debido a la baja temperatura pero no quiero arrepentirme de no haber usado traje de neopreno. La hipotermia está llegando a mi cerebro.


100 METROS.

La pérdida de la realidad es total como la ausencia de color. El negro lo invade todo, tanto en el exterior como en mi interior.


110 METROS.

¿Por qué he mirado la profundidad si no importa? Las gafas se me clavan como agujas. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, consigo quitármelas a pesar de mi falta de tacto. El intenso frío casi me impide moverme. Ya no son necesarias y la linterna tampoco. Es increíble que mi cerebro siga trabajando en estas circunstancias. ¿Esfuerzo reflejo de supervivencia quizá?

Aspiro agua y empiezo a convulsionarme.


123 METROS.

He tocado fondo y sin verlo he levantado una nube de polvo. Ahora todo está en su lugar.

Veo un pequeño resplandor. Que raro, un haz de luz que me atrae, que me obliga a seguirlo. No siento nada, sólo la imperiosa necesidad de seguir el destello. Se que debo ir en su dirección. En aquella dirección.

Que curioso…ha vuelto la luz y con ella la imagen que dejo atrás. Que extraño ver mi cuerpo inerte en esta forma tan grotesca. Me dan ganas de reír.

Sigo el resplandor. Todo está bien…

5 comentarios:

  1. ¡Jodó, qué agobio, cuánta agua!

    Creo que prefiero moverme en otro elemento.

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  2. Que manera de suicidio tan angustiante por dios!!! Una vez di una voltereta dentro del agua y se ve que me pilló en mal momento por q luego ya no sabía lo que era arriba y lo que era abajo... Oye!!! Se pasa realmente mal!!! Luchas contra el agua como si fuera la que te sujeta debajo del agua, la muy p...
    La verdad es que lo he pasado mal con el descenso este.
    Enhorabuena por el relato!!

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  3. ¡Joder! ¡Qué impresionante! Suena a experiencia real..., sin llegar abajo e irse pa'l otro barrio, claro.
    Buenísimo, noi.
    Ripley

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  4. De muy jovencito hacía apneas, pero a lo máximo que llegué fue a los 20 metros.(que son 40 ya que se tiene que regresar)
    Con botellas de aire comprimido, llegué a los 60. Demasiado peligroso para no ver apenas nada debido a la oscuridad.

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  5. Recuerdo haberlo leído.Pero lo he leído dos veces más.Me encanta,en su momento ya te lo dije.Quin patir recoi!!!!!!!!! (que sufrimiento jolines (bueno,recoi y jolines sería más o menos lo mismo ejem)

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