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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

miércoles, 28 de octubre de 2009

PAISAJE




Me he perdido en un paisaje.

Serena, sentada encima de la roca pelada, siento la brisa que viene del este acariciando mis cabellos y sigo observando, profundizando en mis pensamientos.

Los olivos y almendros suben por las laderas del terreno recién abonado.

Arboledas frondosas a lo lejos marcan la diferencia. Pinos altos y en el fondo, más pequeño, un ciprés .Una casita a lo lejos y al otro lado del río, girasoles y la desnudez de los montes, blancos por la nieve.

El olor de las flores me trae recuerdos de la infancia, de mi abuelo. Su cara delgada, franca y expresiva. Aquellos ojos pequeños y grises que hablaban por si solos…despiertos, soñadores, vivos. La dulzura que transmitía su sonrisa y el calor de sus abrazos. Ahora que no está la vida es más amarga y triste.Pero el paisaje sigue vivo, y la vida continua.

EL REENCUENTRO•*¨*`•.¸ ¤,

Largo tiempo hacía, que no se reencontraban...
En la estación de tren se hizo el silencio en cuanto sus ojos se toparon entre la multitud.

No emanó, ningún sonido entre ambos, sus labios parecían sellados.
Sólo el murmullo de su ropa al abrazarse, rompió aquel silencio entre tanto ruido...

Se volvieron a mirar y se besaron con la fuerza y la pasión de todas las palabras no dichas...
Ese beso, transportaba todo lo sufrido, todo ese vacío lleno de cuando uno está solo.

La agarró de la mano con cierta fuerza, pero sin lastimarla...
La miró de nuevo asegurándose de que era real, suavemente le acarició la cara con sus dedos y le perfiló el rostro como si lo quisiera retener entre las yemas de estos para luego esculpirlo...

Caminando apresuradamente, como si el tiempo se fuera a acabar, la llevó a un hostalito que al lado se encontraba.

La cogió en brazos con la fuerza y elegancia de un novio que sube a su recién esposa hacia su noche de bodas...

La puerta, como por arte de mágia, pareció abrirse sola invitándoles a entrar.

La empezó a desnudar con la delicadeza de quién le quita los pétalos a una rosa...

Apenas pestañeaban para no perder un ápice de segundo de tan hermosa escena.

Ella...con la misma timidez y nerviosismo que un actor abre las cortinas del teatro en su primera actuación, cuidadosamete...desabrochó los botones de su camisa dejándola caer con la suavidad de una caricia, como si de una piel sobrante se tratara..


La recostó con el mismo cuidado que un padre deja a sú bebé en la cuna...
Y recorriendo su cuerpo como un pianísta que toca las teclas de una dulce melodía, la respiración de ella hizo acto de presencia en el silencio de aquel habitáculo.

La tenue luz que entraba por las cortinas, acariciaba recelosa sus cuerpos, dejando entrever por unos instantes sus almas desnudas...

En su baile de pasión...el sudor se presentó con la majestuosidad de una lluvia de primavera.
La luz cegaba las pupilas dilatadas, los brazos y piernas se entrelazaban formando una unión perfecta. Tanto, que no se podía apreciar donde delimitaba el cuerpo de cada uno. Se fusionaron como dos gotas de rocío que se encuentran en el recorrido de una hoja, hasta "morir" en el suelo...

by:Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄ƷLøℓιℓℓa•*¨*`•.¸ ¤,
26/10/09

miércoles, 21 de octubre de 2009

NUESTRO QUERIDO CUERPO


Según los científicos nuestro sistema es parasimpático. Pero estoy en desacuerdo absoluto.
Yo diría que le deberíamos cambiar el nombre a sistema pajoderte. Y ahora os explicaré el porqué.
Entiendo que un camaleón, por ejemplo, cambie de color. Es su sistema de defensa, ¿no? Pero nosotros nos ponemos colorados. Y resulta ser que siempre ocurre en el momento más inoportuno, en el momento que diríamos “tierra trágame”.
Pero nuestro cuerpo no se contenta con esto…¡¡¡que va!!!
En el momento menos esperado, en una reunión de trabajo por ejemplo, se escapa un pedo. A veces aun se puede disimular tosiendo o moviendo la silla o incluso mirando hacia otro compañero con cara de sorpresa. Pero a veces el pedo no se comporta, y además del ruido descarga música o gas a propulsión. Si , si. Esos pedos con sonido y olor a los que solamente les falta luz para decir “he sido yo”. Entonces es cuando el jefe te mira sonriendo y te hace exponer aquel tema que tenías que comentar delante de todos. Y mira tu por dónde te estrecha la mano y la tienes sudorosa.¡ Ay el sudor! El jefe disimuladamente se seca la mano con el pantalón, pero tu ya no puedes disimular. El sudor se va esparciendo por todo el cuerpo inundando el sobaco de la camisa azul celeste que llevas puesta. No te atreves a levantar los brazos.
Se acaba la reunión y tú respiras hondo y te relajas. Pero entonces el jefe quiere hablar contigo para felicitarte por tu actuación. Intentas levantarte pero…¡¡¡se te ha dormido una pierna!!! Por suerte se te pasa pronto y lo disimulas muy bien. Te diriges al jefe y empezáis a hablar. Al cuerpo ahora le da por bostezar. Y tú que le dices al jefe : “No es culpa suya jefe, no me aburre en absoluto, es que por la noche no dormí bien…mi compañera roncaba”
Roncar…aquí va otra. Sonido corporal totalmente dolorcabecino (palabra que no aparece en la RAE pero que al igual admitirán algún día) .Roncamos, y muchos para colmo babeamos, dejando el hilillo que provoca que a la mañana siguiente la almohada tenga una circunferencia de humedad desagradable.
Ha sido un día duro en la oficina. Coges el tren y te sientas al lado de una señora mayor. Las tripas no te paran de roncar (aún no has comido), y la mujer no para de mirarte, seria, con mala cara. Por una vez te alegras de la salida de uno de tus pedos y sales del tren.
Por fin llegas a casa y te preparas para salir a cenar con unos amigos. Al mirarte al espejo descubres un grano en la nariz. El día ya no puede ir peor.

Lucía


El sol dominical bañaba la terraza del bar, desde donde a través de una humeante taza de café, veía a una pandilla de chicos y chicas que apuraban los últimos momentos de una noche de sábado, que por las evidencias visibles, había sido bastante ajetreada.
Risas, voces... comentarios de que si ésto o lo otro...
Una taza cayó al suelo y se rompió en varios pedazos, salpicando a su alrededor goterones de café con leche, sin que ninguno pareciese darse cuenta.
Sólo una chica rubia de aspecto angelical, con ojos emborrados por lo que pudo haber sido una línea de kohl, exclamó un mecagoendios, que salió de sus labios como si fuese un mendigo saliendo de un palacio, pisando una alfombra roja que no le correspondía.
Y de repente apareció ella, de la mano de su madre.
Se acercaron a la terraza del bar, pausadamente, sin prisas, con esa calma que nos invade cuando nuestra mayor preocupación es simplemente ver pasar el tiempo plácidamente.
Caminaba con pasitos cortos y un tanto titubeantes. Su ropa, posiblemente elegida por ella misma, dejaba claro que era una chica joven y moderna, que al igual que las chicas de la mesa de al lado, se preocupaba de gustar.
Se sentó cuidadosamente, no desparramándose en la silla, sino muy ergida, con un aire elegante, casi majestuoso y colocó primorosamente su bolso (de Pucca) y su chaqueta, en la silla de al lado. Ambos perfectos, centrados, sin arrugas, como cuerpos celestes en perfecto equilibrio, en un Universo imaginario que sólo ella veía.
El camarero se acercó para tomar nota y ella alzó sus ojos hacia él y pausadamente pidió una coca cola, mirando de soslayo a su madre, quizás buscando una aprobación o un gesto.
Vertió la coca cola en el vaso, con suma lentitud, estudiándola fijamente, sin verter ni una gota, como si en ello se le fuese la vida y sin perder ni un ápice de aquella elegancia que la rodeaba.
De vez en cuando giraba un poco la cabeza hacia la mesa de la pandilla trasnochadora, (de una edad similar a la suya) y sonreía imperceptiblemente, como la Monalisa. Y se acercaba una aceituna a la boca, mientras miraba pensativa al horizonte.
¿Qué estaría pensando Lucía, la princesa de los ojitos rasgados?