MIEDO
Me mira, si, no deja de mirarme … ¿porqué me mira?, ¿porqué no deja de mirarme?.
Eso es lo creí percibir antes de que ocurriera lo inevitable.
La visión paisajística que se ofrecía desde la terraza de aquel mirador era de una belleza un tanto extraña a causa de los tonos amarillentos de los árboles que contrastaban con el color plomizo del cielo. Estaba claro que tarde o temprano llovería y que no me tocaría otro remedio que empaparme a pesar del impermeable que llevaba en la pequeña mochila que ahora descansaba en aquel ruinoso suelo de baldosas rotas como piezas de un puzzle esparcidas de cualquier manera y sin ninguna intención de colocarlas en su orden correspondiente. De pronto me di cuenta de que allí reinaba el más inusual y absoluto de los silencios. Los pájaros no cantaban y a falta de viento, las hojas de los árboles parecían pinturas inertes en relieve. No se percibía el menor movimiento en toda aquella gran masa forestal y aparte de mi respiración, parecía que el mundo se hubiese detenido como una señal para advertirme de algo a punto de suceder y que esto se escapaba de mi mente. La vista y el oído no transmitían sus detalles concernientes a mi cerebro, pero de pronto mi olfato despertó de su reposo para indicarme que allí cerca había algo que contrastaba con la inquietante paz reinante. Mis fosas nasales se llenaron de un fétido y nauseabundo olor a carne en descomposición y aunque desde donde estaba no se distinguía su origen, sí que estaba claro que era olor a muerte. Empecé a tener una especie de miedo hacia algo que desconocía y una nueva sensación se apoderó de mí al erizárseme los pelos de la nuca. Estaba casi seguro de que alguien o algo me observaba... De pronto un ruido seco a mis espaldas me sobresaltó y aunque seguramente éste fue producto de algún guijarro que se había desprendido de aquella vieja estructura, un terrible pavor hacia lo desconocido me hizo reaccionar histérica y drásticamente. Quizá el fantasma de aquel desgraciado personaje de leyenda rural me estaba persiguiendo y yo no podía permitir que me diera alcance. Con un intenso miedo apoderándose de cuerpo, me dirigí a grandes zancadas hacia la escalera de caracol y por un momento me pareció que el suelo cedía bajo mi peso. Horrorizado bajé los viejos peldaños del oxidado hierro sin siquiera darme cuenta de lo maltrechos que estaban, hasta que uno de ellos de rompió y tuve que sostenerme en el eje central para no caer y romperme la crisma. Al llegar despavorido a la planta baja, salí disparado al exterior con el alma en un puño y el corazón latiéndome a toda máquina. Mi respiración era acelerada a causa de aquella inexplicable sensación de estar vigilado por un ser desconocido que quizá quería advertirme de que debía desaparecer de sus dominios y por Dios que había logrado sus propósitos, más aún cuando un intenso relámpago apareció llegado de las nubes hacia un lugar en concreto de aquel lúgubre bosque para desencadenar un terrible trueno que me hizo perder el equilibrio en mi temerosa aunque quizá infundada huida. Caí rodando hacia un pequeño desnivel a mi izquierda cubierto por las lacerantes zarzas y el resto de la alta y enferma vegetación amortiguó el golpe, sin embargo esto ocasionó que descubriera horrorizado la causa de aquel repugnante olor que me había traspuesto hacía solo un par de minutos antes, al dar de narices sobre el inerte cuerpo en descomposición de un pequeño jabalí con un enorme desgarro en su vientre lleno de gusanos devorándolo por dentro. Me aparté convulsivamente de éste mientras mi garganta emitía guturales sonidos de terror mezclados con una profunda sensación de asco. Al incorporarme, las náuseas aumentaron y al final; con dolorosas y compulsivas arcadas, vomité todo el contenido de mi estómago a escasos centímetros del cuerpo de aquel desdichado animal que seguramente había sido víctima de los perros de algún cazador, días antes de mi llegada. Por unos momentos pensé que aquella visión dantesca, era la de que había ofrecido mi desayuno en memoria de aquella bestia muerta en las mismas condiciones que su misma presencia ofrecía a mis estupefactos ojos. Me aparté del lugar y empecé a tranquilizarme a mí mismo limpiándome la boca con el antebrazo e intentando acompasar mi respiración. Pensé en que todo lo que había sucedido hasta ahora, había sido solo producto de mi imaginación, sin embargo volví a sentirme horrorizado al darme cuenta de un hecho significativo que podía echar a perder definitivamente la finalidad de aquel día. Me había olvidado la mochila con todo su contenido en la terraza de aquel pavoroso edificio en mi precipitada huída. Lo único que tenía era el bastón que había dejado en la entrada antes de subir y ahora tenía que recuperarlo. Un poco más tranquilo, al tiempo que avergonzado de mi reacción, me dirigí de vuelta hacia aquel ruinoso lugar con la intención de recoger mis pertenencias, pero en el mismo instante de agarrar el objeto de apoyo, un pequeño bloque de yeso se desplomó estrellándose ruidosamente en el suelo, rompiéndose en mil pedazos. Aquello me hizo desistir en mi intento de regresar, ya que el miedo volvió a mi mente con renovada intensidad, haciéndome retroceder y dando por perdida la mochila junto con su correspondiente contenido. Por suerte aún conservaba la llave del coche en el interior de un bolsillo del pantalón, pero no la botella de agua, la navaja suiza y el teléfono móvil, así como los restos de mi desafortunado desayuno, los cuales eran simples objetos fácilmente reemplazables, por consiguiente decidí olvidarme de ellos con verdadera frustración al sentirme tan cobarde. Antes de reemprender mi viaje de vuelta, decidí tranquilizarme un poco y me senté en el suelo apoyándome de espaldas en el pozo que había en sentido opuesto a la entrada del casi derruido mirador. Poco a poco mi respiración adquirió el ritmo normal mientras ponía mis pensamientos en orden. Había sido un estúpido por muchas razones, una por haber realizado aquella caminata solo y la otra y tal vez la más grave, dejar que aquellos anecdóticos sucesos ocasionales y normales después de todo, hubiesen ejercido tanto miedo en mi persona. Todo era normal, ya que el lugar estaba en ruinas y por supuesto que a causa de mi propio peso, la estructura se resentía y dejaba caer lo que ya se sostenía de por sí casi milagrosamente. Por eso las autoridades no querían que nadie fuese allí, ya que era peligroso y cualquier pequeño incidente podía desencadenar en el derrumbamiento total o parcial del viejo mirador pudiendo ocasionar heridas o quizá la muerte de las personas que se internaban en él. Mientras mi mirada regresaba hacia aquella, ahora odiosa edificación, me sentía avergonzado y decidí no contárselo a nadie para que no se mofaran de mí. De pronto otro espantoso trueno apagó el silencio reinante sobresaltándome de nuevo mientras unas primerizas gotas de agua empezaron a mojar mi cuerpo y mi mente poco a poco volvió a la realidad. Empezaba a llover y yo debía regresar, por consiguiente me levanté con la intención de ponerme en marcha y aguantar el chaparrón en mi propia carne ya que no estaba dispuesto a regresar a por el impermeable, sin embargo en el momento de apoyarme en la estructura del pozo con la intención de recoger el bastón, una parte de ésta cedió bajo mi peso y se derrumbó al interior perdiendo yo mismo el equilibrio y precipitándome hacia el vacío horrorizado sin poder remediarlo. Durante la corta caída que me pareció eterna y sin nada en que asirme, comprendí enseguida horrorizado al ver la inmensa oscuridad que me estaba envolviendo, que iba a morir en pocos instantes. El espantoso grito de terror que salió de mi boca se perdió haciendo eco en las profundidades de aquel pozo que sería mi tumba.
(2-11-2007)
Este relato pertenece a una novela inacabada que empecé hace cosa de unos 3 años aproximadamente.
ResponderEliminarEl lugar de la foto existe realmente, al igual que su estado de deterioramiento y difícil acceso.
La foto también la hice yo.
Informada. Luego leo y comento. Muuuu largo y necesito reponer fuerzas que estoy espesa. ¿Vale,neng? :)
ResponderEliminarUffff ya me he puesto nerviosa de buena mañana.Tengo hambre pero creo que me esperaré unos minutos en pillar el bocadillo jejejeje.
ResponderEliminarUn relato con mucha energía, que te pilla desde el principio y no puedes parar de leer.
Ya lo había leído en otra ocasión y me ha encantado recordarlo.
Joooopeeee!!! ¡Qué barbaridad! Miedo, miedo. Otro escalofrío.
ResponderEliminarPues sí que empezamos bien el mes.
¿qué haremos cuando llegue el terror?
Me voy a ver la tele, a ver si el cutrerío, aleja los fantasmas.
La descripción es buena, pero el final, ¡jooo...pe!, como si lo estuviéramos experimentando.
BUfff!!..me ha gustado muucho....miedo no..no he sentido miedo, pero sí tengo que decir que me lo he leído..con aceleración y acelerada me ha puesto..y con un placer acelerado esperaba entre líneas el final.
ResponderEliminarmuy bueno...todo..las descripciones, sobre todo mucho arte en describir emociones...de angustia, de asco y de estar pensando en que vendrá y aquello que olvidé.
bruixeta
Me voy a cambiarme, que me he popo de miedo.
ResponderEliminarJuas!
¡Magnifico!
Galaxia
! Que miedo !
ResponderEliminar¿Pudiste salir ?
Rosa
Mu bien,Pep,ahora mismo son las 22:38 y eso quiere decir que como mínimo en un par de horas me voy a la cama.
ResponderEliminar¿A dormir?
¡Ja!,creo que voy a pasar muuuuuucho rato pensando en ese jabalí agusanado y en esa caída mortal.
Vaya nochecita que me espera
Gracias, chicas. Digo chicas porqué todas las que habéis dejado un comentario lo sois.
ResponderEliminarMe siento muy halagado.
Rosa. En la novela aún no está claro si puede salir a no. Me da mucha pereza seguir escribiéndola...
Al ser un lugar del que guardo buenos recuerdos, no me motiva demasiado hacerlo partícipe de un escenario angustioso. La verdad es que el enclave es muy bonito.
Y sí, el pozo realmente existe. Y cualquier día va a haber un disgusto.
Vaya!!! Ufff!! Me he puesto nervisisima!!!! Jo!! Como me ha gustado!!!
ResponderEliminarMe ha encantado, qué tensión!! habrá segunda parte o novela completa? aunque así ya está genial eh?
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