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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Javier


María salió de casa, iba a encontrarse con su novio Eduardo. Se había puesto guapa: llevaba una falda negra y una blusa blanca, llevaba un bonito colgante al cuello regalo del hermano de Eduardo, zapato negro de tacón y un bolso enorme del mismo color que los zapatos. Era algo clásica a la hora de vestir. Su pelo, el cual siempre llevaba recogido, hoy, caía sobre sus hombros, era rubio, un rubio oro, precioso. En su cara algo de maquillaje, no mucho para que no resaltará más que sus preciosos ojos azules. Ese azul cielo que tenía encandilado a Eduardo.

Llegó al bar donde habían quedado, vio que él no estaba. Pidió un café y se sentó a esperarlo. Estuvo algo más de diez minutos esperando. Eduardo apareció, era un hombre alto, extremadamente delgado, estaba algo calvo, y no era demasiado atractivo. Iba algo desaliñado, con unos tejanos y una camiseta muy vieja. En sus ojos marrones, se percibía cierto nerviosismo. Le dio un cariñoso beso en los labios.

Y sin darle tiempo a preguntar, explicó: he tenido un problema al aparcar el coche. A María su excusa le pareció banal, ya que Eduardo vivía a dos escasas calles del bar, en el cual se habían citado, no tenía necesidad de utilizar el vehículo.
Ella espetó: - Amor mío, podías haber venido andando, pareces nervioso, ¿te ha pasado algo más?

No, no, para nada –dijo él.

Tomaron café y se fueron en dirección al coche, no hablaban entre sí, no se dijeron nada. Habían pensado ir de compras a un nuevo centro comercial que habían abierto en la zona.

Eduardo abrió la puerta del vehículo y se introdujo en él mismo. María hizo lo propio.

El vehículo no se puso en marcha. Hacia un ruido extraño. María permanecía tranquila en su asiento. Él en cambio, empezó a sudar y cada vez parecía más alterado. Se bajó del coche y abrió el capó introdujo sus manos en él. De repente, se oyó un grito ensordecedor. María tenía la mirada fija en ninguna parte, en su blusa blanca había aparecido una gran mancha de sangre, se llevó las manos al pecho, no podía parar de gritar.

Él ni se inmutó, continuó hurgando dentro del motor de vehículo, durante unos minutos más, su semblante se había tranquilizado, es más, en su boca se dibujaba una sonrisa.

Ella permanecía sentada, con el rostro desencajado. Eduardo cerró el capó y se dirigió con calma hacía la puerta del vehículo, en donde estaba María. Y preguntó: ¿Ahora ya sabes por qué estoy tan nervioso?

María asintió con la cabeza.

Él se introdujo en el coche, y lo puso en marcha. Funcionó. No había acabado de arrancar, cuando por el retrovisor vio una imagen. Se giró y la imagen desapareció. Ella se giró y descubrió que la imagen que él veía, era la de sus propias muertes. Sabían que morirían de forma violenta, pero no sabían cuándo. Ella no hacía más que tocarse la herida del pecho, no era grande, pero si algo profunda. En su ataque de pánico, se había clavado el colgante que llevaba en el cuello. Eduardo giró el volante, estaba esperando el final, y en esos momentos estaba tranquilo.
Nada más arrancar, el coche explotó. Jamás descubrieron que pasó. Nadie encontró sus carbonizados cuerpos. Sólo encontraron una foto casi quemada donde se puede ver claramente el incendio de un coche, con dos personas dentro.

María y Eduardo, nunca tuvieron un entierro. Esa foto fue entregada a la familia, el hermano menor de Eduardo, Javier. Sonrió. Había conseguido su objetivo.

Javier, era un gran artista, pero estaba en paro, Eduardo, nunca lo ayudaba en nada. Javier le dio un escarmiento. María también había sido novia suya; lo había usado como a un trapo viejo. Le tenía un profundo desprecio.

Su venganza había salido perfecta... ¿sería el principio de una vorágine de muertes?

8 comentarios:

  1. Ostras!! Es muy bueno mi niña, realmente bueno.
    Quiero más!!!

    Shemba

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  2. Coñe!! A partir de ahora miraré con otros ojos a mis cuñaos.
    Buena mezcla de terror y ficción. El misterio de no aclarar la "forma" de los asesinatos es realmente inquietante.
    Me ha gustado mucho.
    Felicidades.
    Más, más, máaaaas.....

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  3. Si que me ha dejado impactado, que odio más aferrimo y que sangre fría, se me ponen los pelos de punta.

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  4. Ay ay ay... a partir de ahora mimaré a mi cuñado como si fuera mi propio hermano.
    Me ha gustado mucho!

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  5. caramba,caramba, vaya con Javier...magia negra eh?????? Mmmmmmm a ver si me da ideas jijijiji

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  6. Hmmmm. ¿Hay algo paranormal por ahí en medio? Ellos saben que van a morir. mmmm. Me intriga.

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  7. Coñe,yo sabía aquello de que los cuñaos son unos pesaos,pero esto...
    Ostras,y acabo de echar cuentas y tengo...tres cuñaos y cuatro cuñadas (y dos ex-cuñadas)
    Y ahora...¿que hago?

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