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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

sábado, 7 de noviembre de 2009

SIEMPRE SERÁS MÍA.

"Este relato es pura ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia."

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31-10-2009
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Como cada tarde desde que se quedó en paro, Jùlia había salido a caminar. La ruta era sencilla, bajaba de su casa y cogía la Gran Avenida que llegaba hasta las afueras de la ciudad.
Se cruzaba con mucha gente: señoras mayores que enfundadas en sus más vistosos chándals y sus más cómodas zapatillas andaban como si el tiempo se fuera a agotar en segundos, ancianos que paseaban con las manos tras la espalda y con la cabeza gacha, jóvenes que se deslizaban graciosamente sobre unos patines, algún que otro perro desorientado... Pero aquella tarde era diferente, había amanecido nublado y la tarde no presentaba un aspecto mejor. La gente no se había animado a salir de sus casas, el viento era frío y caía una humedad que se dejaba ver en cada banco del recorrido. Sólo un anciano con las manos en la espalda y la cabeza gacha pasó por su lado. El hombre se paró un paso tras de ella.
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-Buenas tardes señorita.
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Jùlia tuvo que volver la cabeza y devolver el saludo.
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-Buenas tardes.
-No es un buen día para salir a la calle.- El anciano pretendía iniciar una conversación, pero Jùlia no se sentía animada.
-Ya volvía a casa. Gracias.
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El anciano agachó de nuevo la cabeza y siguió con su paseo.
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Aquella pequeña interrupción en sus pensamientos la habían alterado un poco, se sentía incómoda, disgustada y notaba que su corazón le latía más rápido. El viento jugaba con las hojas, el tenue sonido que emitían hacía que Jùlia volviera la cabeza y mirara a lo lejos, sólo veía al anciano que se alejaba lentamente. Se sobresaltó cuando un pájaro voló cerca de ella disponiéndose a cruzar la carretera.
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-"¿Pero que me está pasando? Vamos a ver Jùlia, tranquilízate mujer, no seas tonta."- Jùlia sonrió pensando que su imaginación le estaba jugando una mala pasada.
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"No es un buen día para salir a la calle." Aquellas palabras le volvieron a su cabeza, quizá aquel anciano tuviera razón.
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Siguiendo con su trayecto Jùlia se fijó en las puertas del cementerio, seguía abierto. Era normal, era vísperas de Todos los Santos. Le extrañó que la gente aún así no hubiera salido de sus casas para limpiar lápidas y llevar flores. Le inquietó que el cementerio se encontrara tan vacío. Miró a ambos lados de la carretera, no había ni un solo coche, y cruzó para entrar a echar una ojeada a los nichos. Entró en el cementerio, parecía que la gente ya había estado por la mañana, estaba limpio y el olor de flores naturales invadía el espacio.
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-Buenas tardes señorita.
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Jùlia se volvió sobresaltada. El encargado del cementerio le sonreía.
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-Buenas tardes. No hay nadie, parece que la gente ha venido esta mañana.
-Sí, ha venido bastante gente. Ahora hace frío y no es un buen día para salir a la calle.
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Jùlia se impresionó al escuchar estas palabras por segunda vez en poco menos de diez minutos. "Menuda coincidencia", pensó.
El encargado la miró con cara de preocupación, pero no hizo ningún comentario. Se rascó la cabeza y le siguió hablando:
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-Decían que esta tarde podría llover, y mañana se espera una buena. Pero estoy seguro que habrá más gente que hoy.
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Una anciana salió de una calle de nichos y se dirigió a la salida.
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-Buenas tardes.
-Buenas tardes señora Luisa, ¿Cómo tiene la espalda?- Se interesó el encargado.
-Demasiada humedad Roberto, la humedad nos va a matar a todos.
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- El cementerio cierra en una hora.-El encargado se dirigió a Jùlia.
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Jùlia se alejó de ellos que continuaron hablando animadamente. Se adentró en los pasillos y observó las lápidas de los que allí yacían. Las inscripciones en ella sonaban en su cabeza como susurros. "Nunca te olvidaremos", "Descanse en paz", "Siempre entre nosotros". Una de las lápidas la hizo frenar en seco.
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"Jorge Durand Erazo. 15-2-1976 · 25-7-2005"
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Ella lo conocía, hacía mucho tiempo que él dejó la ciudad y le llegaron noticias de que se había suicidado, decían que entró en una enorme depresión y eso le llevó a quitarse la vida saltando desde la azotea de su edificio.
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"Siempre serás mía." Recordó aquellas palabras, él se las dijo el día que ella lo dejó. Habían salido juntos durante dos meses más o menos, estaban en la misma clase en el instituto y el día de fin de curso ella decidió cortar con él. A Jùlia nunca llegó a interesarle realmente y pensó que era el momento adecuado para acabar con aquello, el fin de las clases.
"No es un buen día para salir de casa", oyó esas palabras de nuevo en su cabeza y un escalofrío recorrió su delgado cuerpo. Miró a su alrededor, el viento seguía moviendo las hojas según su voluntad y a lo lejos oyó como el encargado se despedía de la anciana. Nuevamente se sonrió. Se acercó a la lápida de Jorge, en su foto no estaba como lo recordaba, allí tendría unos diez años más. Pero vio que sus ojos la miraban fijamente, seguro que estaba mirando fijamente al objetivo de la cámara cuando se tomó la fotografía.
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El viento sopló de nuevo con más fuerza, el frío se hizo más intenso y a Jùlia se erizó de arriba a abajo.
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- Te dije que siempre serías mía.
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Aquello no fue un recuerdo, no fue un susurro, no fue su imaginación. Jùlia sintió miedo, no tuvo fuerzas para girarse hacia la voz. Escuchó unos pasos que se acercaban, un joven elegantemente vestido se situó delante de ella. Jùlia no se atrevía a subir la mirada, veía unos zapatos negros muy bien pulidos y perfectamente acordonados.
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-Jùlia, ¿Por qué lo hiciste?
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Jùlia subió lentamente la mirada, aquel rostro lo conocía, aquellos ojos la miraban fijamente.
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-Jorge...- Un hilo de voz salió de su garganta.
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Su cara hizo la mueca de un grito, pero solo pudo emitir un leve gemido. Su tez blanquecina palideció, aquello no podía estar sucediendo. Sintió que sus piernas no le respondían y cayó de rodillas frente aquella aparición.
Jorge dio unos pasos hacia ella, se arrodilló y puso su mano helada en la mejilla de Jùlia.
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-Ahora serás mía.- Dijo mientras le sonreía tiernamente.
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Una lágrima se deslizó por su mejilla y llegó a la mano del espectro. Júlia sintió que se le escapaba la vida, sintió que su sangre se le helaba y que su corazón latía más lentamente.
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-Ahora eres mía.- Le dijo dulcemente Jorge.
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1-11-2009
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El sol resplandecía como nunca. La Gran Avenida era un ir y venir de gente con ramos de flores de camino al cementerio.
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-Buenos días señora Luisa.- El encargado del cementerio se acercó a una anciana.- ¿Cómo anda de la espalda?
-¡Ay! Roberto, hijo. Han habido días mejores.
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La gente entraba y salía y muchos de ellos se saludaban y se paraban a charlar. Un anciano con las manos en la espalda y la cabeza gacha se acercó a una mujer que limpiaba con suma delicadeza una lápida.
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-Buenos días.
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La mujer no volvió la cabeza para devolverle el saludo.
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-Buenos días.
-Ha salido un día hermoso para honrar a los muertos.
-Lo es.- Dijo la mujer sin muchos ánimos.
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El anciano cruzó de nuevo las manos tras la espalda y siguió su camino. La mujer quedó en silencio, las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos. Un hombre de pelo cano se le acercó y puso su mano sobre la espalda de la mujer.
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-Nunca entenderé por qué lo hizo... Nunca.
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El hombre la abrazó cálidamente y trató de consolarla.
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-No te atormentes más, mujer.- Su voz sonó tranquila, pero sus ojos estaban llorosos. -Vámonos ya, aquí no podemos hacer nada.
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La mujer asintió y cogidos de la mano se dispusieron a abandonar el cementerio.
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El sol brillaba, y se reflejaba en aquella lápida que con tanto cariño había estado limpiando esa mujer.
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"Jùlia Capdevila Nebot. 30-12-1976 · 19-7-2005"
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5 comentarios:

  1. Oh Shembala, que bonito relato!!! Me ha gustado mucho, de verdad.Vaya imaginación tienes noia!!!
    Me han gustado mucho las descripciones que hay en el relato, y también su fondo.
    Felicidades!!!!

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  2. ! Que buen relato !
    Pero me ha dado miedo, se me ha puesto el vello de punta.
    Menuda imaginación la tuya
    ¿ Tienes algo publicado ?
    Me da la impresión que apuntas maneras

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  3. Me ha erizdo el vello. ¡Uffffff! Muy buen argumento.

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  4. Gallina de piel, me has dejado gallina de piel...ajaja...
    Me ha encantado, felicidades...
    no dejes de escribir, no lo hagas...

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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