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Por parte de la intelligentsia (1) del blog, se comunica que los comentarios off-topic (fuera de tema), las faltas de respeto y los versos ripiosos serán eliminados por no atenerse a las normas de respeto de la comunidad.

La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

viernes, 24 de noviembre de 2017

The beach





Darkness is descending on the seashore.Sunlight touching the edge of the beach.The sound of the waves caresses my ears and the sunset gives the landscape a wonderful taste of winter.Snowflakes fall from a dark starry sky, slowly laying a bed on the ground as white as winter itself.That´s when nature plays its poetry.The wind blows gently, ruffling his hair.Then he tenderly whispers something in my ear that only I can understand.The beach remains silent, just the sound of the waves disturbs it.And then the first kiss, affectionate like the love we give to each other in such a romantic place.A place like no other.And there we will remain.Until the end of our days.


Dedicada a un alumne ,l´Ivan, que li agrada molt escriure :)

domingo, 29 de septiembre de 2013

Un día en el parque

Resulta que estaba jugando en el parque de al lado de casa, justamente el que está tocando a la avenida que esta junto a casa, por entonces todavía había vías, no el bonito paseo y carretera que hay hoy en día. Yo jugaba con una pelota de tenis, se me escapó y fue a parar a la carretera que hay justo en frente del parque.
Niña como era, salí corriendo a buscar la pelota. El coche de color plateado me dio el golpe y me tiró al suelo.

Iba a poca velocidad, solo me tiró, me magullé en el suelo. Yo ni lo había visto. El conductor bajó, me cogió en brazos y me subió detrás. El hombre era mayor, preguntó: ¿estás bien? Y decía en alto, ¡No la he visto! ¡No la he visto!

Unos vecinos que lo vieron, montaron en su coche y salieron detrás del coche plateado. Dirección al Hospital, entré por Urgencias, me subieron en una silla de ruedas, lo recuerdo vagamente un policía, un guardia urbano, me preguntó el nombre y los apellidos.... Después entré en un box, me dejaron sin ropa, solo con las bragas puestas. Me hicieron una revisión de todo. Lo que llevaba era magulladuras en las piernas y en las manos. Me curaron las piernas y me hicieron radiografías, me pusieron una inyección en el culo, la del tétanos.

Entre tanto, llegaron los vecinos y mi hermana, ella era la encargada de cuidarme, se había ido a dar una vuelta con una amiga. Lloraba, pensando que mi padre le iba a pegar cuando llegara. Mi padre llegó y ni la regañó, estaba preocupado pero no enfadado. En seguida salí del box, con un susto en el cuerpo, toda magullada y  con una pierna vendada.

 Mi madre le extrañó que cuando entró en casa no hubiera nadie, la mujer pensó se habrán entretenido por ahí., era verano y hacía buen tiempo. Me recuperé enseguida, era más el susto que el golpe. Al par de meses, cuando ya la normalidad había vuelto a casa, llegó una citación del juzgado. Era mi nombre el que aparecía en la citación.

Solo recuerdo que mi madre me dijo cuando entramos en la sala:  Cuando te pregunten contestas, tú dices lo que pasó.

En  la sala había gente, al frente un montón de personas y destacaba una, iba vestida de negro... era una mujer. Era la juez. Dijo mi nombre y me dijo que me pusiera en pié. Algo así como esto: ¡Elena XXX XXX!

Yo levanté la mano y dije: -Soy yo. (Mi madre sentada al lado mío sin decir ni mú)

- Elena , levántate y cuéntanos que pasó el día que te dío el golpe el coche – dijo la jueza.

 - (Yo me levanté) Pues estaba jugando con una pelota en el parque, se me escapó y la fui a buscar a la carretera, y ya está - expliqué.

- Elena, ya te puedes sentar, gracias.

 El conductor del coche estaba allí, habló con mis padres antes de entrar en la sala, y cuando salimos me saludó y me besó. No pasó nada, quedó en algo accidental.

Digo yo que tendría 9 o 10 añitos, tenía al profesor Manolo en el cole.


domingo, 22 de julio de 2012

Fumarse un porro a los 60 años






                              FUMARSE UN PORRO A LOS 60 AÑOS


Tengo la costumbre de reunirme cada cierto tiempo con unos amigos, con la única intención de hacernos unas risas sanas mientras cenamos. Una manera como otra de escapar de la rutina y así hacer un pequeño paréntesis en nuestras vidas cotidianas. Al principio, después de la cena siempre tomábamos alguna copa de más, lo que incrementaba las risas sin más consecuencias. Sin embargo, con el pasar de los años, esas copas de más suelen pasar factura al día siguiente, con la consabida resaca, ardor de estómago y una falta de concentración que dura hasta la hora de acostarnos. No es de extrañar, ya que los cuatro componentes hemos llegado a cierta edad y según que excesos, aunque sean con moderación, ya no son acorde con nuestros ya ajados cuerpos. Seguramente debido a eso, alguien del grupo propuso que en la próxima cena, en vez de terminarla con una copa, lo hiciéramos con un porro, puesto que al menos eso no afecta al hígado ni al estómago y causa la risa tonta que en definitiva es lo que queremos.
De todos es sabido de los beneficios de la marihuana bien administrada, que aunque no sea legal, se puede comprar con cierta facilidad y de una calidad excelente según dicen sus consumidores, que son muchos por cierto.
Todo sea dicho de paso, yo había fumado mucho de eso en mi juventud, pero al casarme y adquirir responsabilidades, lo dejé para siempre al igual que otro de los componentes del grupo. Los dos miembros restantes sin embargo, jamás la habían probado.
Dicho y hecho. Después de nuestro último encuentro y de la pertinente cena, una vez en la calle mi amigo se sacó un porro del bolsillo, lo encendió y procedió al ritual de pasármelo a mí y al resto de mis compañeros. Como uno de ellos no ha fumado en su vida, le insistimos en que tenía que hacer el esfuerzo de tragarse el humo, o de lo contrario no le haría ningún efecto. Eso ya fue el principio del desastre. Al pobre le entraron unos estertores que por poco devuelve la cena. Una vez pasado el ataque de tos, y ya un poco a tono con las circunstancias, decidimos irnos a tomar la copa igualmente mientras nos la jugábamos al dominó. Lo que ignorábamos es que el responsable de todo aquello, en realidad había traído dos porros, pero ante la negativa generalizada optó por meterlo en el bolsillo de la camisa del compañero que por poco se nos muere de un infarto pulmonar, para que lo volviese a intentar cuando le viniera en gana.
Tengo que decir que fui yo el encargado de llevar el coche y ya me frustré nada más llegar a un parking público y comprobar que había perdido totalmente la capacidad de maniobra. Al final dejé el coche ocupando dos plazas y medio atravesado.
La cuestión es que fuimos directos a un bar que ya frecuentamos a menudo, pedimos sendas copas y empezamos a jugar al dominó. Jamás había visto las fichas caer al suelo tantas veces.
Cuando dimos por terminada la juerga, les llevé de regreso a sus respectivos coches para que volvieran a sus casas y naturalmente yo a la mía. Por suerte cuando llegué mi esposa dormía plácidamente, así que sin hacer ruido me metí en la cama y quedé dormido en el acto.
A la mañana siguiente, a eso de las 8 sonó mi teléfono y comprobé extrañado que quién me llamaba a tan intempestiva hora, era nada más y nada menos que mi compañero que la noche anterior por poco saca los bronquios por la boca.
Lo primero que me dijo, fue que creía que no era bueno para su salud esos encuentros, ya que luego siempre se encontraba mal y considerando que en el fondo no somos tan amigos, se planteaba si volver a salir con nosotros.
Como vive en un pueblo cercano, nada más abandonar la ciudad la policía le hizo un control de alcoholemia que según sus palabras pasó de milagro. Luego le pidieron la documentación que siempre lleva en el mismo sitio y que tardó unos 20 minutos en encontrar. Ya de regreso a su casa, se pasó de pueblo y no se dio cuenta hasta llegar al pueblo siguiente. Dio la vuelta y por fin llegó. Como vive en un suntuoso chalet de una gran urbanización, cuando sale siempre deja la alarma conectada, pero aquel día se olvidó de desconectarla antes de entrar y despertó a todo el vecindario. Con las prisas para desconectarla, subió los 3 peldaños de la escalera para llegar lo más rápido posible, pero tropezó y se cayó al suelo haciéndose una pequeña herida en la rodilla y en la rabadilla. Una vez hubo entrado en su hogar jadeando como un perro en celo, vio con estupor a su esposa llamando asustada a la policía por culpa de la alarma. Quiso explicarle lo sucedido pero era ya demasiado tarde. La policía estaba al llegar. Debido a todas esas circunstancias, le entraron unos sofocos terribles y procedió a quitarse la camisa sudada. Fue entonces cuando del bolsillo cayó el porro sobrante que le obsequió el otro compañero, pero con tan mala suerte que fue a parar justo delante de los pies de su esposa. No me dio más detalles, pero entendí que hubo una bronca monumental que sólo cesó ante la llegada de la policía y las disculpas oportunas. También me dijo que se ponía a trabajar a las 7 de la mañana y que se había quedado dormido. Que aun estaba en su casa y que lo primero que se le ocurrió fue llamarme para consultarme que era lo que debía tomarse para el horrible dolor de cabeza que sufría. La conversación terminó pronto ya que como yo me estaba tronchando, se me cabreó y colgó al instante.
Pero no terminó aquí la cosa. Nada más colgar, recibí la llamada del otro compañero que tampoco había probado la hierba jamás. Me dijo que nada más llegar a su casa se encontró con su esposa dormida en el sofá roncando como una locomotora. Al verla en aquel estado, le entró la risa tonta de tal modo que incluso se meó en los pantalones. Naturalmente y debido al ataque de risa, despertó a su cónyuge que no daba crédito a lo que estaba viendo. Le obligó a desvestirse, puso una lavadora y se fueron los dos a la cama de morros que duraron hasta la hora del desayuno. También me preguntó por algún remedio eficaz para la terrible resaca que le impedía casi abrir los ojos. De eso hace ya un par de semanas y no he vuelto a tener noticias suyas. Espero que no se hayan divorciado.
Por suerte mi esposa se encontraba en la ducha mientras mantuve esas dos conversaciones, aunque algo raro debió de notar cuando me preguntó el motivo por el cual estaba tan pálido.
Resumiendo, que 4 sesentones carcamales son un espectáculo dantesco si se fuman un porro cargadito. A partir de ahora infusiones de tomillo o hierbabuena. De la normal, vaya.

Pep Trempat                

martes, 24 de abril de 2012

AMISTAD CIEGA


Cojo a mi amigo Thuy del brazo, y salimos de su casa, andando con paso lento hacia mi coche. Le ayudo a acomodarse en el asiento de pasajero y pongo su bastón en el asiento de atrás.  El viaje es bastante corto y al cabo de algunos minutos llegamos a la estación de trenes de Horsham, una ciudad pequeña del sur este de Inglaterra. Al bajar del coche, le vuelvo a coger del brazo y andamos con paso lento hacia la ventanilla para sacar un billete de ida sólo a Londres.
Thuy nació en el Vietnam en 1968; dice que no se acuerda nada en absoluto de su niñez. Según una enfermera del orfanato donde vivió hasta que le adoptaron Brian y Gill, un matrimonio de cristianos pentecostales ingleses, había perdido la vista como resultado del mismo ataque de mortero que  mató a sus padres en la aldea tranquila donde vivían cerca de Saigón ; según los oficiales vietnamitas con los que tramitaron la adopción, había nacido ciego.
Para Thuy, la vida empezó cuando, a la edad de 7 años, vino a vivir con Gill y Brian y sus dos hijos naturales, Jonathon y Ruth, en Inglaterra. Le enviaron a una escuela normal y, a pesar de  no saber nada de inglés y de haber empezado la escuela 2 -3 años más tarde que sus compañeros de clase, y no obstante su ceguera, resultó un alumno excepcional. Aprendió inglés en menos de un año y se mostró muy hábil en leer y escribir en braille. A la edad de 11 años le enviaron a estudiar en el "Royal School for the Blind" (Colegio Real para Ciegos) en Worcester en el centro de Inglaterra. En Inglaterra los A-levels, equivalente aproximado del bachillerato, se estudian dedicándose a 3 o 4 asignaturas especializadas, y Thuy escogió el francés, el alemán y la música. Aprobó sus exámenes finales con una nota buenísima y se fue a estudiar música en el Royal Academy of Music (La academia Real de Música).
Al principio sus padres adoptivos le animaron a mantener el contacto con sus raíces vietnamitas pero Thuy había decidido en alguna etapa de su nueva vida que era cien por cien inglés; cuando tenía 10 años contrataron a un profesor de vietnamita para darles clases con la idea de que no olvidara su lengua madre. Pero al cabo de dos meses, y a pesar de su facilidad con lenguas extranjeras,  tanto el profesor como Thuy se pusieron de acuerdo en que estaban perdiendo el tiempo y desistieron. Hoy día la única palabra de su idioma nativo que sabe es el sentido de su propio nombre, que significa "Amistad leal".
Yo le conocí cuando ya tenía sus 22-23 años; me presentaron a un hombrecillo que, con su pelo negro y sus gafas oscuras - las lleva para no dar asco a la gente, ya que sus ojos consisten en dos disquitos de gris opaco, llenos de cicatrices - y su sonrisa deslumbrante, se parecía mucho a José Feliciano. Además de ser profesor de piano (para alumnos videntes y ciegos), tocaba la guitarra, el bajo y el piano en varios grupos musicales. Yo le conocí porque también era ingeniero de sonido en un estudio de grabación en que grabábamos un cd de un coro de niñas que yo dirigía en aquella época. Entablamos amistad y cuando, poco después, fundó su propio estudio en un anexo de la casa de sus padres, yo le ayudaba casi todos los días como "músico de sesión".
Claro, siendo los dos músicos, ya éramos "almas gemelas" y al cabo de un par de meses le consideraba mi mejor amigo. Pero lo que más me gustaba  era su sentido de humor - un humor muy seco y, a veces, sarcástico - pero también era muy aficionado a gastar bromas - y tampoco le importaba que se las gastaran a él. Pero una cosa que no aguantaba era que le trataran de idiota o que le hablaran con "pelos en la lengua"; una vez alguien le llamó por teléfono y le preguntó si él era "el señor que tiene 'impedimentos visuales'  que había sometido un pedido a una  subvención educacional". Contestó que no, que era el ciego que había pedido pasta al gobierno para poder ir a la universidad.....
Un día fuimos a comer él y yo y mis tres hijos en un restaurante  que frecuentábamos a menudo y donde nos conocía el personal. Aquel día nos atendió un camarero nuevo que no nos conocía. El camarero nos entregó los menús a todos menos a Thuy (es muy obvio que es ciego).  Thuy protestó y exigió saber por qué no le habían dado el menú a él. Se veía al camarero bastante perplejo pero le dio su menú; Thuy pasó los dedos por encima de la superficie del menú como si leyera en braille - (tened en cuenta que el menú era de plástico laminado y más liso y  suave que la piel de un bebé) - y ordenó su comida. Claro, como éramos clientes regulares, sabía el menú de memoria, pero el pobre camarero quedó boquiabierto. Luego, tal vez para ocultar su confusión, nos preguntó si queríamos otra cerveza. Thuy contestó que no, que no debía beber más que él tenía que conducir a casa. A pesar de que a esta altura mis hijos se meaban de risa, el pobre camarero seguía sin darse cuenta de que se mofaban de él. Entonces, el camarero cometió el error clásico de suponer que los ciegos son sordos y deficientes mentales también; sin bajar la voz, me preguntó "Señor, ¿su amigo es ciego o qué?". Ya he explicado lo inteligente que es este chico, y como muchos ciegos, tiene el oído muy fino - me acuerdo que una vez interrumpió una sesión de grabación por que - a pesar de la música rock que tocábamos y escuchábamos con auriculares puestos - había entrado un gato en la habitación contigua y lo oía ronronear - pero en esta ocasión se ahuecó la oreja con la mano y dijo "¿Qué dice?". Mi hija le gritó con todas sus fuerzas a través la mesa "DICE QUE SI ERES CIEGO".  Thuy contestó en voz igualmente alta - "DILE QUE SÍ, MÁS CIEGO QUE UN TOPO." - y luego, en voz normal - "pero dile también que no soy ni sordo ni tonto". El pobre camarero se retiró, avergonzado, y no lo volvimos a ver - el dueño, que había observado el episodio entero con una sonrisa apenas velada - fue quien nos sirvió la comida.
A mi hija - que por aquella época tenía unos 15 años - le gustaba mucho gastar bromas tontas a Thuy.  Él, cada vez que entraba en una casa desconocida pasaba algunos minutos explorando - averiguando dónde estaban los muebles, la escalera, el baño, etc, para poder moverse por la casa sin tener que pedir ayuda. Como éramos muy amigos conocía mi casa perfectamente y nunca tuvo problemas con orientarse hasta que mi hija cogió la manía de mover todos los muebles cuando sabía que él iba a venir de visita......
Un día Thuy me explicó que  sus padres se jubilaban y querían mudarse a su ciudad natal en el norte del país y él había decidido ir a trabajar en el Royal National Institute for the Blind - RNIB - (El Instituto Real Nacional de los Ciegos) en Londres, y quería alquilar un apartamento e ir a vivir allí.  O sea, que quería su independencia. El problema era que siempre había sido dependiente de sus padres y de amigos para trasladarse de un lugar a otro y no conocía a nadie en Londres; tendría que aprender a orientarse sin ayuda y a utilizar el transporte colectivo. Pasó varias semanas experimentando con los trenes y autobuses y con ir a pie desde su casa hasta varios lugares de su ciudad; más tarde, le acompañé a Londres y pasamos varios días practicando el traslado del piso que iba a alquilar hasta las oficinas del instituto donde iba a comenzar el trabajo dentro de unas semanas; fuimos a pie, viajamos en metro, tomamos autobuses y finalmente era capaz de hacer el viaje solo.  Hasta entonces yo nunca había apreciado los problemas a los que se tiene que enfrentar una persona ciega y me impresionó mucho tanto por su coraje como por su resolución.
Así que aquel día nos encontrábamos yendo a la ventanilla en la estación de Horsham; si andábamos con paso lento era únicamente porque éramos dos amigos buenísimos que nos íbamos a despedir el uno del otro. Y Thuy se fue a Londres a trabajar; hoy día es el jefe del departamento de grabaciones del RNIB y supervisa la grabación de libros y música para los ciegos.
Mantuvimos el contacto durante varios años pero, inevitablemente, poco a poco, a medida que hubo cambios fundamentales en mi vida y en la suya también, las llamadas y los e mails disminuyeron y, por fin, perdimos contacto.  Unos 11 años más tarde, fui a ver un grupo musical que actuaba en un club cerca de donde vivía - y para mi gran asombro, el tecladista era Thuy. Me acerqué y le iba a hablar .... pero tosí, y antes de que pudiera decir ni una sola palabra, apareció aquella sonrisa deslumbrante: "Ah, veo que sigues fumando demasiado........".

lunes, 26 de marzo de 2012

José Antonio

Tenía 13 años como yo, iba al mismo colegio donde iba yo, desde mi entrada en la Escola, siempre lo había conocido con un aparato que llevaba en la espalda, ya que tenía un problema serio en la columna vertebral, era buen chaval, bueno, como todos,  con esa edad no se puede ser malo.
Aquel año, sus padres decidieron operarlo ya que era vital para su desarrollo físico, así fue.  Estábamos todos contentos, ¡ostis! José Antonio, cuando volviera podría jugar a fútbol, compramos un balón, ese era su regalo.
No habíamos acabado la mañana, cuando Rosa,  nuestra tutora y profesora, entró en clase y anunció, entre lágrimas, que José Antonio había muerto. La cara de todos fue un poema, nadie daba crédito, ¿cómo podía ser eso? , si la operación había sido un éxito.
Una hemorragia interna, hizo que se fuera.
...
Si hay angelitos en el cielo, uno de ellos debes ser tú, José Antonio.

domingo, 11 de marzo de 2012

Marta

Era una noche, fría, inmensa, oscura, Marta caminaba sin rumbo fijo, había salido de casa sin saber por qué, llevaba su bata y sus zapatillas de estar por casa, caminaba de prisa. De pronto, llegó al parque, no estaba muy lejos de su casa. Miró para todas partes, buscando su casa, pero le pareció que estaba a miles de kilómetros. No fue capaz de encontrar su bloque con la mirada. Se sentó en un banco, a esperar, sin saber lo que esperaba. Al cabo de unos minutos se acercó un mendigo y le pidió unas monedas, iba borracho y muy sucio. Ella se asustó, no contestó se levantó y se alejó unos metros. Se aseguró que el mendigo no la seguía. Se metió por una pequeña callejuela, mal iluminada y con un fuerte olor a orines resecos, fue su perdición, de la oscuridad salió una sombra fuerte, grande, corpulenta, que le asestó una par de cuchilladas. Con una brutalidad inusitada, sin remordimientos, sin perdón.

Al día siguiente, el día amaneció limpio y soleado. Nadie echó de menos a Marta, sólo su gata, maullaba sin parar, su dueña no le había puesto la comida. El animal presagiaba algo, no dejaba de maullar, lloraba, estuvo todo el día esperándola, no llegaba.

Mientras tanto, Marta yacía en el suelo, bocarriba, con un par de puñaladas en el abdomen, que la habían hecho retorcerse de dolor durante unas cuantas horas, se había desangrado, la sangre manchaba su ropa, y parte de los adoquines de la calle. La lividez de su rostro y la fijeza en su mirada indicaba que ya era cadáver.
Un gritó indicó su descubrimiento, alguien había pasado por aquel callejón, y vio el cadáver de Marta. En pocos minutos llegó la policía, y un grupo nutrido de curiosos se agolpaban alrededor del cordón policial. 
 
Marta fue enterrada en una fosa común, no tenía parientes ni nadie que la conociera lo suficientemente bien, como para hacerse cargo de ella. Su gata iba cada día a su tumba a visitarla, estuvo muchos días yendo, el animal, no quería comer, un día encontraron el cadáver de la gata, encima de la tumba de su dueña, estaba enroscada como lo hacía en casa, cuando se tumbaba en el regazo de Marta.

viernes, 17 de febrero de 2012

Jueves graso


JUEVES GRASO

Esta mañana quería quedarme en casa porqué no las tengo todas conmigo debido al resfriado que llevo encima, sin embargo no me ha quedado otro remedio que salir para hacer algunas gestiones que no admitían demora.

La cuestión es que eso me ha llevado a la famosa y amplia plaza mayor de aquí, la cual la mayoría de vosotros conocéis.

Una vez en la plaza, me han llamado la atención varias cosas.

Resulta que hoy es jueves graso, una tradición religiosa que viene de lejos y que consiste en celebrar que mañana es el primer día de Cuaresma, con lo cual es el último día en que se puede comer cerdo. Es más o menos como el ramadán de los musulmanes, que el día antes se ponen como el Quico porqué saben que a la mañana siguiente no pueden comer en horas de sol. Aquí es menos estricto pero por ahí anda la cosa y además está directamente relacionado con lo que ellos tienen prohibido comer de por vida. Pero no os creáis que se come de todo, noooo. Aquí uno se dedica a comer cerdo en cantidades industriales como los cerdos.

Bueno, a lo que iba...Que han puesto en un lateral de la plaza, una especie de parrilla gigantesca en la que Nando Juvany, uno de los mejores cocineros que tenemos en este país, asa cerdos troceados en cantidad, ofreciendo a la concurrencia suculentos pedazos y además vendiendo bocadillos de butifarra y un vaso de cerveza por 2 euros, junto con el acompañamiento musical de una banda de barrio que no lo hacían nada mal. Por si esto fuera poco, lucía un sol espléndido y en el centro hinchaban un globo aerostático la mar de chulo.

La parte negativa, era una manifestación anticrisis de los sindicatos con sus pancartas y banderas delante del ayuntamiento que ha durado muy poco, puesto que como nadie les hacía ni puto caso, al final han optado por dejar la manifestación y comprarse sendos bocadillos y disfrutar de la fiesta como los demás (a excepción de los musulmanes, claro), lo que ha hecho que personalmente me replantease de si lo de la crisis es realmente malo o no, ya que repartir cerdo en cantidad, acompañado de una cerveza o coca cola para los abstemios por 2 míseros euros lo encuentro de un hecho no sólo encantador si no que además muy enriquecedor, sobre todo para el bolsillo y la barriga.

Como no estaba yo muy fino debido al maldito constipado, he decidido por ir a comer a casa tranquilamente, donde me esperaba una tortilla de patatas, butifarra a la brasa, butifarra negra, costilla de cerdo, coca de chicharrones y buñuelos de viento muuuuy azucarados. De coña para el colesterol, vaya. Y bastante más caro que lo que ofrecían a la concurrencia.

Y dicho esto, me ha venido en mente el comentario que me hizo recientemente una persona muy querida, en la que me preguntaba si me sentaba bien comer tanta grasa, a lo que yo le contesté muy seguro de mi mismo, que en definitiva yo tampoco es que comiera tanta.

Por cierto, una pregunta. ¿El chupito que me he tomado después de comer, quema la grasa?

martes, 17 de enero de 2012

EL ARTE DE CONDUCIR


Conducir es un placer, siempre afirmé eso y no cabe duda que cuando sientes la carretera lo es.

La cuestión puede cambiar cuando conducir es tu trabajo, tu rutina y tu medio de vida. Quien se gana la vida al volante se es expone a incidencias , el índice de probabilidades aumenta en la misma proporción .Os contaré el incidente que me acaeció:

Era ya tarde , la jornada laboral casi tocaba a su fin y el ánimo iba creciendo conforme pasaban las horas de un duro día de trabajo con tiempo desapacible e invernal. Llego a cierta parada, como siempre y dado mi proceder como chofer de un bus urbano efectúo una maniobra de aproximación a la parada habilitada en la ruta que tengo marcada. Todo normal, nadie solicitó parada y en la marquesina no hay posibles pasajeros con lo cual he de continuar la marcha. De pronto en el exterior oigo voces de alguien que me indica:

-¡Para...para....!, acto seguido oigo ...¡cabrón!...

Llego a la terminal, dos paradas más adelante. Unos segundos antes de la hora de salida aparece la dueña de "esa mal educada voz" que de manera ilícita me solicitaba parada. Sube y lo primero que hace es increparme, emitir falsos testimonios sobre mi conducta y decirme con una chulería digna de una "cualquiera":

-¡Te apunto!, me he quedado con tu cara. Mientras se dirige a su asiento una vez satisfecho su abono del viaje. Yo la contesto que eso no son maneras y que que ejemplo de civismo me quiere dar cuando ella ni estaba en la parada y encima para acceder a ella cruzó un paso de cebra en rojo para ella.

Acto seguido se permite el lujo de amenazar con tomar acciones legales mediante una denuncia, cosa que en teoría sería en este caso injusto, ni tenía razón ni es equitativa su postura ya que quien no está en el momento justo y en el sitio indicado pierde todos sus derechos sobre el tema que nos ocupa.

Conducir es un placer pero que duro es cuando los problemas vienen solos. ¡Que sería si haríamos las cosas mal! ja ja ja

jueves, 22 de diciembre de 2011

LIBERTAD EN UNA CELDA


Sus lágrimas eran secadas por el fuerte viento salado que provenía del mar a través de los gruesos barrotes, dándole a su rostro maquillado un aspecto de extrema desazón. Un maquillaje que se difuminaba dejando al descubierto las marcas de su pasado.

En su interior se había desatado una cruenta batalla la cual se desarrollaba entre la duda del bien y del mal. ¿Qué se suponía que era su mejor opción? Hubiese sido del todo incongruente alegrarse por la pérdida de ese ser tan querido y sin embargo su amargura estaba luchando con una paz y una calma que no pudo tener en mucho tiempo.

Las fuerzas se le habían agotado, pero un nuevo horizonte parecía vislumbrarse a lo lejos. Aún esposada y encerrada volvería a reencontrar su libertad. Lloró por su muerte tanto como le quiso en vida y se alegró también al confesar que fue ella misma la que le mató con un cuchillo de cocina, en el mismo momento que él se abalanzaba para volver a golpearla sin motivo aparente.