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La presidenta del rellano.
(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.
martes, 24 de abril de 2012
AMISTAD CIEGA
Cojo a mi amigo Thuy del brazo, y salimos de su casa, andando con paso lento hacia mi coche. Le ayudo a acomodarse en el asiento de pasajero y pongo su bastón en el asiento de atrás. El viaje es bastante corto y al cabo de algunos minutos llegamos a la estación de trenes de Horsham, una ciudad pequeña del sur este de Inglaterra. Al bajar del coche, le vuelvo a coger del brazo y andamos con paso lento hacia la ventanilla para sacar un billete de ida sólo a Londres.
Thuy nació en el Vietnam en 1968; dice que no se acuerda nada en absoluto de su niñez. Según una enfermera del orfanato donde vivió hasta que le adoptaron Brian y Gill, un matrimonio de cristianos pentecostales ingleses, había perdido la vista como resultado del mismo ataque de mortero que mató a sus padres en la aldea tranquila donde vivían cerca de Saigón ; según los oficiales vietnamitas con los que tramitaron la adopción, había nacido ciego.
Para Thuy, la vida empezó cuando, a la edad de 7 años, vino a vivir con Gill y Brian y sus dos hijos naturales, Jonathon y Ruth, en Inglaterra. Le enviaron a una escuela normal y, a pesar de no saber nada de inglés y de haber empezado la escuela 2 -3 años más tarde que sus compañeros de clase, y no obstante su ceguera, resultó un alumno excepcional. Aprendió inglés en menos de un año y se mostró muy hábil en leer y escribir en braille. A la edad de 11 años le enviaron a estudiar en el "Royal School for the Blind" (Colegio Real para Ciegos) en Worcester en el centro de Inglaterra. En Inglaterra los A-levels, equivalente aproximado del bachillerato, se estudian dedicándose a 3 o 4 asignaturas especializadas, y Thuy escogió el francés, el alemán y la música. Aprobó sus exámenes finales con una nota buenísima y se fue a estudiar música en el Royal Academy of Music (La academia Real de Música).
Al principio sus padres adoptivos le animaron a mantener el contacto con sus raíces vietnamitas pero Thuy había decidido en alguna etapa de su nueva vida que era cien por cien inglés; cuando tenía 10 años contrataron a un profesor de vietnamita para darles clases con la idea de que no olvidara su lengua madre. Pero al cabo de dos meses, y a pesar de su facilidad con lenguas extranjeras, tanto el profesor como Thuy se pusieron de acuerdo en que estaban perdiendo el tiempo y desistieron. Hoy día la única palabra de su idioma nativo que sabe es el sentido de su propio nombre, que significa "Amistad leal".
Yo le conocí cuando ya tenía sus 22-23 años; me presentaron a un hombrecillo que, con su pelo negro y sus gafas oscuras - las lleva para no dar asco a la gente, ya que sus ojos consisten en dos disquitos de gris opaco, llenos de cicatrices - y su sonrisa deslumbrante, se parecía mucho a José Feliciano. Además de ser profesor de piano (para alumnos videntes y ciegos), tocaba la guitarra, el bajo y el piano en varios grupos musicales. Yo le conocí porque también era ingeniero de sonido en un estudio de grabación en que grabábamos un cd de un coro de niñas que yo dirigía en aquella época. Entablamos amistad y cuando, poco después, fundó su propio estudio en un anexo de la casa de sus padres, yo le ayudaba casi todos los días como "músico de sesión".
Claro, siendo los dos músicos, ya éramos "almas gemelas" y al cabo de un par de meses le consideraba mi mejor amigo. Pero lo que más me gustaba era su sentido de humor - un humor muy seco y, a veces, sarcástico - pero también era muy aficionado a gastar bromas - y tampoco le importaba que se las gastaran a él. Pero una cosa que no aguantaba era que le trataran de idiota o que le hablaran con "pelos en la lengua"; una vez alguien le llamó por teléfono y le preguntó si él era "el señor que tiene 'impedimentos visuales' que había sometido un pedido a una subvención educacional". Contestó que no, que era el ciego que había pedido pasta al gobierno para poder ir a la universidad.....
Un día fuimos a comer él y yo y mis tres hijos en un restaurante que frecuentábamos a menudo y donde nos conocía el personal. Aquel día nos atendió un camarero nuevo que no nos conocía. El camarero nos entregó los menús a todos menos a Thuy (es muy obvio que es ciego). Thuy protestó y exigió saber por qué no le habían dado el menú a él. Se veía al camarero bastante perplejo pero le dio su menú; Thuy pasó los dedos por encima de la superficie del menú como si leyera en braille - (tened en cuenta que el menú era de plástico laminado y más liso y suave que la piel de un bebé) - y ordenó su comida. Claro, como éramos clientes regulares, sabía el menú de memoria, pero el pobre camarero quedó boquiabierto. Luego, tal vez para ocultar su confusión, nos preguntó si queríamos otra cerveza. Thuy contestó que no, que no debía beber más que él tenía que conducir a casa. A pesar de que a esta altura mis hijos se meaban de risa, el pobre camarero seguía sin darse cuenta de que se mofaban de él. Entonces, el camarero cometió el error clásico de suponer que los ciegos son sordos y deficientes mentales también; sin bajar la voz, me preguntó "Señor, ¿su amigo es ciego o qué?". Ya he explicado lo inteligente que es este chico, y como muchos ciegos, tiene el oído muy fino - me acuerdo que una vez interrumpió una sesión de grabación por que - a pesar de la música rock que tocábamos y escuchábamos con auriculares puestos - había entrado un gato en la habitación contigua y lo oía ronronear - pero en esta ocasión se ahuecó la oreja con la mano y dijo "¿Qué dice?". Mi hija le gritó con todas sus fuerzas a través la mesa "DICE QUE SI ERES CIEGO". Thuy contestó en voz igualmente alta - "DILE QUE SÍ, MÁS CIEGO QUE UN TOPO." - y luego, en voz normal - "pero dile también que no soy ni sordo ni tonto". El pobre camarero se retiró, avergonzado, y no lo volvimos a ver - el dueño, que había observado el episodio entero con una sonrisa apenas velada - fue quien nos sirvió la comida.
A mi hija - que por aquella época tenía unos 15 años - le gustaba mucho gastar bromas tontas a Thuy. Él, cada vez que entraba en una casa desconocida pasaba algunos minutos explorando - averiguando dónde estaban los muebles, la escalera, el baño, etc, para poder moverse por la casa sin tener que pedir ayuda. Como éramos muy amigos conocía mi casa perfectamente y nunca tuvo problemas con orientarse hasta que mi hija cogió la manía de mover todos los muebles cuando sabía que él iba a venir de visita......
Un día Thuy me explicó que sus padres se jubilaban y querían mudarse a su ciudad natal en el norte del país y él había decidido ir a trabajar en el Royal National Institute for the Blind - RNIB - (El Instituto Real Nacional de los Ciegos) en Londres, y quería alquilar un apartamento e ir a vivir allí. O sea, que quería su independencia. El problema era que siempre había sido dependiente de sus padres y de amigos para trasladarse de un lugar a otro y no conocía a nadie en Londres; tendría que aprender a orientarse sin ayuda y a utilizar el transporte colectivo. Pasó varias semanas experimentando con los trenes y autobuses y con ir a pie desde su casa hasta varios lugares de su ciudad; más tarde, le acompañé a Londres y pasamos varios días practicando el traslado del piso que iba a alquilar hasta las oficinas del instituto donde iba a comenzar el trabajo dentro de unas semanas; fuimos a pie, viajamos en metro, tomamos autobuses y finalmente era capaz de hacer el viaje solo. Hasta entonces yo nunca había apreciado los problemas a los que se tiene que enfrentar una persona ciega y me impresionó mucho tanto por su coraje como por su resolución.
Así que aquel día nos encontrábamos yendo a la ventanilla en la estación de Horsham; si andábamos con paso lento era únicamente porque éramos dos amigos buenísimos que nos íbamos a despedir el uno del otro. Y Thuy se fue a Londres a trabajar; hoy día es el jefe del departamento de grabaciones del RNIB y supervisa la grabación de libros y música para los ciegos.
Mantuvimos el contacto durante varios años pero, inevitablemente, poco a poco, a medida que hubo cambios fundamentales en mi vida y en la suya también, las llamadas y los e mails disminuyeron y, por fin, perdimos contacto. Unos 11 años más tarde, fui a ver un grupo musical que actuaba en un club cerca de donde vivía - y para mi gran asombro, el tecladista era Thuy. Me acerqué y le iba a hablar .... pero tosí, y antes de que pudiera decir ni una sola palabra, apareció aquella sonrisa deslumbrante: "Ah, veo que sigues fumando demasiado........".
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Gracias por tu relato Graham.Ha sido un relato simpático que nos hace pensar en el día a día de las personas discapacitadas.A ver si tomamos más conciencia entre todos. ;)
ResponderEliminarHola Graham
ResponderEliminarMe gustó leer este relato, ese submundo de las personas discapacitadas que hacen una vida normalizada a base de tesón.
Gracias por compartir.
Txemi, de submundo nada, es un mundo muy real
EliminarMontse
¿Submundo? Creo que has buscado una palabra errónea Txemi.Mi madre también es discapacitada y no vive en un submundo, vive en este,lleno de barreras, pero en este.El único mundo que existe.
EliminarEn primer lugar expresarte mi alegría por haber pensado en publicar tu relato en este, tú blog.
ResponderEliminarY en segundo, decirte que me ha entusiasmado tanto por tu agilidad de buen escribano como por la temática en cuestión.
Has de saber que, a no tan grave nivel de discapacidad, pero que yo también soy un discapacitado de cierto grado y lo que más odiamos como colectivo en este mundo, es precisamente la compasión, aparte claro está, de las barreras arquitectónicas.
Sensacional, Graham. Un verdadero placer leerte y reencontrate.
Un abrazo.
reencotrate no. Reencontrarte.
ResponderEliminarBuenos días, Graham. Me ha gustado mucho tu relato, es un tema muy sensible y con muchas barreras no solamente arquitectónicas. Tratas muy bien el tema y está muy bien escrito.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Montse Boixeda
Buenos días a todos, ha sido un placer leer tu relato Graham, no es ningún submundo, es el único y real que conocemos, pero, cuando no conocemos ni tenemos a nadie cercano con dificultades físcas , sean cuales sean, creemos equívocadamente que no existen porque nuestra mente es tan hipócritamente selectiva que no las ven, y hablo por mí, porque antes de.. aunque veía personas con discapacidades , no me ponía a pensar, tal vez porque no quería, después..ves el mundo y a las personas de otra forma, sabes que existen, estan ahí y forman parte de mundo al 100x100.
ResponderEliminarEl relato es espectacular.
ResponderEliminarBien relatado, describiendo la realidad pura y dura de muchas personas con deficiencias sensoriales.
Al camarero pasamelo, que le voy a dar una leccioncita de modales...
Por favor, no vuelvas a perder el contacto y deja de fumar, ¡leñe!
Excelente relato.
ResponderEliminar¡Me ha encantado! La verdad es que has conseguido que en pocos párrafos la historia te atrape en un momento y , por los menos a mí, te consiga meter en la mente de Thuy.
ResponderEliminarLo repito: Me ha encantado.