EL ORGASMO (Relato erótico)
Le pidió que se mostrara pasiva y aceptó.
Completamente desnuda en la cama empezó a sentir el cosquilleo de aquellas manos que, temblorosas, le acariciaban todas las partes erógenas de su cuerpo con suma delicadeza. Era una sensación placentera a la cual no estaba acostumbrada. De las manos, aquel elegante y fornido personaje, pasó a utilizar la lengua que empezó recorriendo el lóbulo de sus orejas, humedeciendo sus sonrosadas mejillas hasta instalarse gentilmente entre sus labios. Quiso abrir la boca para degustarla pero desistió en el momento que él abandonó el lugar para dedicar aquella dulce tarea en otra ubicación. Sutilmente le empezó a lamer el cuello mientras descendía despacio hasta depositarse en sus senos, los cuales iba alternando en breves espacios de tiempo y paladeando con la boca aquellos erguidos pezones a causa de la gran excitación a la que estaban sometidos. A parte, aquellas grandes manos también seguían acariciando sin parar otras zonas con mucho cuidado y evidente excitación.
Lentamente, aquella sensación tan agradable fue bajando por su cuerpo, deteniéndose en el ombligo para pasar después a la acción en su palpitante clítoris que en segundos se irguió duro como un diminuto y amenazante pene. Sus fluidos sexuales hicieron acto de presencia enseguida, a la par que empezó a emitir apagados suspiros de intenso placer. Deseaba fervientemente que aquel hombre la poseyera de inmediato, mas la promesa le impedía cualquier tipo de expresión. Ese era el trato. No podía hablar y mucho menos moverse.
Involuntariamente su cuerpo fue sacudido por pequeñas y placenteras descargas de una especie de corriente eléctrica que hacía aumentar el ritmo de su respiración, al notar cómo aquella lengua se introducía lenta pero inexorablemente en su vagina. Hubiese querido rogarle, suplicarle que completara el tan anhelado acto sexual hasta terminarlo, que la penetrara violentamente y que pusiera de una vez por todas, un final a aquella especie de deliciosa pero también embriagadora tortura que la quemaba por dentro. Sin embargo aquel hombre insistía en su paciente y delicada tarea con entusiasmo, haciendo alguna que otra pausa, para que ella no entrara en el clímax al que sin lugar a dudas acabaría llegando.
En un momento dado, una perla de sudor apareció en su frente, mientras su cuerpo empezó a sentir pequeñas convulsiones que no pudo evitar. Ya no aguantaba más. Estaba a punto de sucumbir al inevitable orgasmo. Sus jadeos aumentaron de ritmo en el mismo momento en que fue penetrada súbitamente y con la facilidad que otorga una buena lubricación natural y sin productos artificiales.
En breves instantes sus cuerpos se unieron piel con piel y cual erupción volcánica, después de unas pocas embestidas, los dos se sintieron transportados hacia una nueva y embriagadora dimensión. El éxtasis fue largo y muy intenso, cosa que hizo incumplir su promesa, mas ahora ya no importaba. El acto había sido consumado con suma satisfacción por ambas partes.
Mientras soportaba el peso de aquel musculoso cuerpo encima de ella, casi inerte, pensó que se sentía llena, exultante de una sensación que no tenía desde hacía mucho tiempo. Aquello fue lo más parecido a la felicidad que sintió en años.
Quedó unos momentos sumida en un sueño placentero del que no quería despertar, sin embargo al poco rato notó cómo había desaparecido aquel peso que la oprimía sin molestarla, y al abrir los ojos, descubrió con cierta tristeza que aquel hombre había desaparecido de la habitación dejándola sola y a oscuras. Mecánicamente su brazo se dirigió hacia la pequeña lámpara, apretó el interruptor y una tenue luz rojiza la devolvió a la realidad. Se levantó con la intención de meterse debajo de la ducha, no sin antes percatarse del dinero que había encima de la mesita de noche, y su mente sufrió un pinchazo de dolor al comprobar que nada había cambiado. Pensó que quizá aquello se repetiría en un futuro próximo y el sentimiento de esperanza mitigó un poco su tristeza. Era la primera vez que tenía un orgasmo satisfactorio desde que ejercía la prostitución.
Ay Pep, pecador de la pradera ..tiva yo a dicir cosas pero me voy a callar ja ja ja
ResponderEliminarCuanto trbajo bien hecho, la historia termina feliz para ella después de toda una vida "sintiendo".....
Txemi, dudo que las prostitutas "sientan" nada placentero
ResponderEliminarPep, voy a tener que ponerle rombos enoooooooormes al blog jeje.Va bien cambiar de temas de vez en cuando y ya sabes que gustan tus relatos eróticos bandarra :)
Petonettttt
Me alegro de que le pasara algo "bueno" ejerciendo una profesión tan dura.
ResponderEliminarMe gusta el relato!
A les guenasssss, jeje.... vaya que sí...se va a tener que poner rombos al blog...vaya...qué gorrino despertó Pep...este nuevo AÑO.....pero mu gueno...me ha gustado... a ver si ya nos vamos poniendo las pilas...una servidora la primera...que stoyyyyy aquí...que ya me voy a controlar con el juego...del face....ainsssss, petonsssnarrosss
ResponderEliminarBuf,que caloooooor
ResponderEliminarNiño,que estoy pachucha,pero no sé bien si estos calores van a ser de la fiebre.
Nop,creo que no son de la fiebre
Me he puesto a tono. Lástima que la chica tuviera que ejercer la prostitución, hubiera sido mejor que hubiera sido con su pareja, ligue, novio... o con su rollete. Pero por trabajo... ¡jopetas!
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