Entré a trabajar como cada día, era la recepcionista de un centro de artículos de fotografía, era un jueves anodino y aburrido. Era un día normal, las llamadas telefónicas, los faxes y las visitas se sucedían.
Serían las cuatro de la tarde cuando un señor, viejo conocido de mi jefe, muy educado, moreno, alto y bien parecido, entró y dijo:
-Buenas tardes, quisiera comprar un cámara digital.
Yo como recepcionista de aquel sitio contesté:
-Buenas tardes, espere un momento que aviso a un comercial para que lo asesore.
Avisé al comercial, vía telefónica de bajara.
El señor que hasta el momento se había mantenido tranquilo, empezó a ponerse muy nervioso. Me espetó: - Oye, mejor miro yo las cámaras, a mí tu jefe me conoce y no creo que haya ningún problema.
Sin dejar que le contestará, pasa por al lado de la mesa de recepción, y se dirige a los artículos que hay en la estantería de detrás mío.
-¡Señor, señor!, ¡Ahí no se puede pasar, le ruego salga! ¡Haga el favor! – interpelé al señor. Me puse de pié, para pedirle que saliera.
El señor ni se inmutó, es más, comenzó a abrir las cajas de las cámaras digitales, conforme las abría, sino le interesaban, las tiraba al suelo, menos mal que eran de muestra... sino...
Mi reacción es llamar al chico de almacén ya que es más probable que por su envergadura física le haga más caso que a mí, que no tengo ni medio bofetón.
El chico de almacén se dirige a él: -Señor haga el favor de abandonar el establecimiento.
El resultado es nefasto:- No me voy a mover de aquí, y ahora largate o te voy a partir la cara.
No espero más, llamo al teléfono a mi jefe que no está en la tienda en ese momento, ya que es un viejo conocido suyo. No lo coge.
Sin más dilación, llamo a la policía. Entre tanto, aparece el comercial que tenía que atenderlo. El comercial que lo conoce también intenta razonar con él, sólo consigue llevarse un empujón, del mismo, lo tira al suelo.
La policía llega, no le hace falta muchos argumentos. Nada más verlos, sale con cara de borrego degollado.
Vuelvo a insistir en llamar a mi jefe, coge el móvil:
-¿Diga? – contestó al teléfono.
– Jefe, esta todo bajo control, pero tiene que venir ya. Está aquí la policía, y necesitan hablar con Ud.
-¿Qué ocurre? Voy enseguida, pero explícame que ocurre. – contestó.
-Un viejo conocido suyo, Ud. sabe quién es, se ha puesto a abrir las cajas de la estantería, no había manera de sacarlo de allí. Se ha puesto muy agresivo. Mejor, se lo explico con detalle, cuando venga.
Al cabo de unos minutos llegó mi jefe que no andaba nada lejos de allí. Le explico lo que sucede muy brevemente y le dejo en manos de los agentes de policía.
No hubo denuncia, solo tuvo que pagar los daños ocasionados en el mobiliario. El señor, sufre una grave enfermedad mental, por eso mi jefe no interpone denuncia contra él.
(Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, los hechos aquí relatados están versionados para que tengan una gran sensación de realismo, ni la autora es la protagonista, aunque esté en primera persona)
Serían las cuatro de la tarde cuando un señor, viejo conocido de mi jefe, muy educado, moreno, alto y bien parecido, entró y dijo:
-Buenas tardes, quisiera comprar un cámara digital.
Yo como recepcionista de aquel sitio contesté:
-Buenas tardes, espere un momento que aviso a un comercial para que lo asesore.
Avisé al comercial, vía telefónica de bajara.
El señor que hasta el momento se había mantenido tranquilo, empezó a ponerse muy nervioso. Me espetó: - Oye, mejor miro yo las cámaras, a mí tu jefe me conoce y no creo que haya ningún problema.
Sin dejar que le contestará, pasa por al lado de la mesa de recepción, y se dirige a los artículos que hay en la estantería de detrás mío.
-¡Señor, señor!, ¡Ahí no se puede pasar, le ruego salga! ¡Haga el favor! – interpelé al señor. Me puse de pié, para pedirle que saliera.
El señor ni se inmutó, es más, comenzó a abrir las cajas de las cámaras digitales, conforme las abría, sino le interesaban, las tiraba al suelo, menos mal que eran de muestra... sino...
Mi reacción es llamar al chico de almacén ya que es más probable que por su envergadura física le haga más caso que a mí, que no tengo ni medio bofetón.
El chico de almacén se dirige a él: -Señor haga el favor de abandonar el establecimiento.
El resultado es nefasto:- No me voy a mover de aquí, y ahora largate o te voy a partir la cara.
No espero más, llamo al teléfono a mi jefe que no está en la tienda en ese momento, ya que es un viejo conocido suyo. No lo coge.
Sin más dilación, llamo a la policía. Entre tanto, aparece el comercial que tenía que atenderlo. El comercial que lo conoce también intenta razonar con él, sólo consigue llevarse un empujón, del mismo, lo tira al suelo.
La policía llega, no le hace falta muchos argumentos. Nada más verlos, sale con cara de borrego degollado.
Vuelvo a insistir en llamar a mi jefe, coge el móvil:
-¿Diga? – contestó al teléfono.
– Jefe, esta todo bajo control, pero tiene que venir ya. Está aquí la policía, y necesitan hablar con Ud.
-¿Qué ocurre? Voy enseguida, pero explícame que ocurre. – contestó.
-Un viejo conocido suyo, Ud. sabe quién es, se ha puesto a abrir las cajas de la estantería, no había manera de sacarlo de allí. Se ha puesto muy agresivo. Mejor, se lo explico con detalle, cuando venga.
Al cabo de unos minutos llegó mi jefe que no andaba nada lejos de allí. Le explico lo que sucede muy brevemente y le dejo en manos de los agentes de policía.
No hubo denuncia, solo tuvo que pagar los daños ocasionados en el mobiliario. El señor, sufre una grave enfermedad mental, por eso mi jefe no interpone denuncia contra él.
(Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, los hechos aquí relatados están versionados para que tengan una gran sensación de realismo, ni la autora es la protagonista, aunque esté en primera persona)
Es lo que tiene estar con el trato personal de cara. Que siempre te puedes encontrar con sorpresas desagradables.
ResponderEliminarInteresante.
Jo..der nena....! hay que tener una paciencia...lo peor de todo es que tal vez, el señor no debería salir solo..si algo en su mente no le funciona correctamente.
ResponderEliminarPues Sta Galaxia, je je...manteniendo su versión, la diré que los hechos relatados están muy bien estructurados y que me ha gustado el relato por su veracidad, la gente a veces nos sorprende y más cara al público ves muchas veces lo que no se quiere ver
ResponderEliminarSi es que no se puede uno fiar ni de los amigos de los jefes.
ResponderEliminarGrrr
Me ha dado un mal fario que pá qué.
Y menos mal que al tío le dió "sólo" por las cajas de muestra de las cámaras
Pues aunque digas que es ficción seguro que hay hechos reales similares. Locos hay muchos, no tienes más que mirar los que nos hemos juntado aquí, jejejeee.
ResponderEliminarBesos!