Aquellos días en el balneario, habían sido cuidadosamente preparados para dar un respiro a sus dificultades conyugales. Estaban pasando por un mal momento y tal vez aquella pequeña escapada sirviera para que todo se solucionara y pudieran seguir juntos. En definitiva sólo necesitaban de un aliciente en sus relaciones para que todo siguiera siendo como antes.
A Marta le entusiasmaba la idea de estar con su marido esos pocos días relajándose, a la par que disfrutar de esos instantes en la intimidad para dar rienda suelta a la pasión que tan tristemente había desaparecido de sus vidas. Seguro que todo saldría bien.
Lo primero sería un buen masaje muscular, una reconfortante ducha y después de una suculenta comida, una siesta como pretexto para hacer el amor.
Ya en la cama empezaron con los preámbulos amorosos que culminaron con una satisfactoria aunque algo dolorosa penetración por parte de él. En ese mismo momento se despertó con una extraña sensación en su interior, pero lo más chocante fue ver a su marido de pie y mirándola con ojos acusadores.
.- ¡Vaya! Que puntería tienes….Tantos días programándolo y te tiene que venir el período precisamente ahora.
Sorprendida por aquel comentario, su vista se dirigió a su entrepierna y horrorizada vio un reguerillo de sangre que goteaba por el cordoncillo de su tampón. Seguidamente notó un agudo dolor en su vagina, como si unos incisivos la desgarraran por dentro. Fue entonces cuando comprobó que no había ningún cordón, sino un pequeño rabo que se movía compulsivamente.
Se despertó gritando poseída por el pánico y eso hizo que su marido pegara un brinco de la cama, a la vez que le preguntaba:
.- ¿Qué te pasa, Marta?
Marta con lágrimas en los ojos y el rostro descompuesto exclamó:
.- ¡No quiero ir al balneario de la ratas!
...y las ratas??, no las he visto o las dejas para la 2ª parte.
ResponderEliminarPobrecilla Marta, hay sueños que parecen tan reales.
Pep, estás hecho un jabato y vas de modestillo ¡coñe!, que me gusta lo que escribes.
Que si hombre Txemi, qué si hay ratas en el relato...el rabillo...ese que asoma por ya sabes donde.
ResponderEliminar!qué bueno Pep, ! promete, sí señor.
Brujilla ....quiero sangre ja ja, ya sé que si hay rabillo, se me fue la olla, además quiero ver ratas grandes ohhh
ResponderEliminarAghhhhhhhhhhhhh se le ha metido una rana en el .... aghhhhhhhhh que daño por Dog!!! jejejeje original es el relato.Marranot, no canviaràs mai :P
ResponderEliminarPego, ¡qué bruto, mon Dieu! Esta mujeg está muy, muy mal. Tiene una fobia al sexo claguísima, claguísima. ¿Es genegal o sólo con su maguido?
ResponderEliminar¿Y si se busca un buen amante?
Minette
¡Qué quieres que te diga! Pero, yo tampoco iría a un balneario con ese nombrecito, ni siquiera aunque no hubiera soñado eso de tener una rata a modo de consolador con movimiento, jejejeje.
ResponderEliminarJose Manuel.
IIIiihhhhhhhhhh
ResponderEliminarCagumlalletdepooooot
Si con ese título estaba cantado que algo así pasaría.
Por Dog!! qué aaasssscoooo!!!
ResponderEliminarPara que le quepa una rata por ahí sin problemas debe tener un "tunel" de paso para un tren de mercancías...
Jopetas, pero como se puede meter una rata por ahi... ayyyyyy! qué daño! Supongo que hay más no! Voy a buscarlo...
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