Sumergió la cabeza. Peces de colores, algas sinuosas, piedrecitas brillantes…. Decidió adentrarse del todo en el agua convencido de que alguna maravilla pasaría ante sus ojos. Y ahí estaba ella. Ojos verdes, pechos perfectos y cola de pez. Le tendió la mano y él la cogió.
Ella sonreía. Sabía que, agotado el oxígeno, podía despreocuparse de buscar comida por unos días.
Jejejejeje muy bueno Esther!Más de uno se quedará babeando con la foto!
ResponderEliminarMe ha gustado en especial el final.Nos ha salido una sirena carnívora.
Oh!! Una sirena medio-canibal!!! Que bueno Esther!!
ResponderEliminar¡Ostras, y yo pensando que se alimentaban de plancton!
ResponderEliminarMe ha encantado la sirena-gore pero será mejor salgo del agua cuanto antes.
Para que vigiléis cuan os metáis en la playa ;D
ResponderEliminarNo te puedes fiar de nadie. Ni siquiera de La Sirenita.
ResponderEliminarPor cierto, como ha crecido...
¡Qué malvada! Bueno..., la pobrecilla también ha de vivir.
ResponderEliminar¡Qué manera de darle la vuelta a los clásicos! Yo, como urraca, me salgo del agua, por si los sirenos.
Si es que ya no hacen a las sirenas como antes,cachis la mar
ResponderEliminarCarmen
¿Pero el tipo era el príncipe azul o uno que pasaba por allí?
ResponderEliminarEs que si se comiera al príncipe luego no iba a poder probar las perdices...
Darth
Quien sabe si al final la sorpresa no se la lleva ella. Quizás las sirenas se han extinguido por culpa de los bañistas hambrientos...
ResponderEliminarJosep Ñam!Ñam!