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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

domingo, 11 de marzo de 2012

Marta

Era una noche, fría, inmensa, oscura, Marta caminaba sin rumbo fijo, había salido de casa sin saber por qué, llevaba su bata y sus zapatillas de estar por casa, caminaba de prisa. De pronto, llegó al parque, no estaba muy lejos de su casa. Miró para todas partes, buscando su casa, pero le pareció que estaba a miles de kilómetros. No fue capaz de encontrar su bloque con la mirada. Se sentó en un banco, a esperar, sin saber lo que esperaba. Al cabo de unos minutos se acercó un mendigo y le pidió unas monedas, iba borracho y muy sucio. Ella se asustó, no contestó se levantó y se alejó unos metros. Se aseguró que el mendigo no la seguía. Se metió por una pequeña callejuela, mal iluminada y con un fuerte olor a orines resecos, fue su perdición, de la oscuridad salió una sombra fuerte, grande, corpulenta, que le asestó una par de cuchilladas. Con una brutalidad inusitada, sin remordimientos, sin perdón.

Al día siguiente, el día amaneció limpio y soleado. Nadie echó de menos a Marta, sólo su gata, maullaba sin parar, su dueña no le había puesto la comida. El animal presagiaba algo, no dejaba de maullar, lloraba, estuvo todo el día esperándola, no llegaba.

Mientras tanto, Marta yacía en el suelo, bocarriba, con un par de puñaladas en el abdomen, que la habían hecho retorcerse de dolor durante unas cuantas horas, se había desangrado, la sangre manchaba su ropa, y parte de los adoquines de la calle. La lividez de su rostro y la fijeza en su mirada indicaba que ya era cadáver.
Un gritó indicó su descubrimiento, alguien había pasado por aquel callejón, y vio el cadáver de Marta. En pocos minutos llegó la policía, y un grupo nutrido de curiosos se agolpaban alrededor del cordón policial. 
 
Marta fue enterrada en una fosa común, no tenía parientes ni nadie que la conociera lo suficientemente bien, como para hacerse cargo de ella. Su gata iba cada día a su tumba a visitarla, estuvo muchos días yendo, el animal, no quería comer, un día encontraron el cadáver de la gata, encima de la tumba de su dueña, estaba enroscada como lo hacía en casa, cuando se tumbaba en el regazo de Marta.

2 comentarios:

  1. Efectivamente a veces los animales dan mucha más muestras de afecto que las personas.
    Beso.

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  2. El amor de los animales es puro, sincero y nada interesado. Triste historía de una realidad tan fictícia como real.

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