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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

martes, 4 de octubre de 2011

Nubes


NUBES

Había una vez una persona….¡No! ¿Por qué tendría que ser una persona? Podría muy bien ser un animal, una simple piedra, o quizá un planeta. O tal vez no fuera nada tangible. Podría ser algo etéreo, inexistente o imaginario, aunque si así fuera ya de por sí se le supondría que alguien habría pensado en él.

Llamémosle así: Algo.

Había una vez “algo” viajando por lugares inhóspitos y hostiles…tal vez inapropiados para tan largo viaje. Lugares de una mediocridad alarmante para un buen y deseado cobijo, lugares donde no era bien recibido por sus componentes adversos a cualquier suceso cambiante o a su insultante indiferencia.

A “algo” le gustaba conocer, admirar, sentir un roce, un sonido o tal vez un simple olor, pero por dónde quiera que pasase, tales cosas le eran denegadas por el inquietante menosprecio del que era inútil no darse cuenta.

Las adversidades sin embargo, no mermaban sus ansias de seguir y seguir buscando una cosa que le alegrara un poco su existencia o de que diera sentido a su propio ser, por lo que continuaba y continuaba buscando, por aquí, por allá y más lejos aún , durante años, décadas, siglos,….milenios.

Un día, por así llamarlo, en su eterno viajar intuyó sentirse observado y al notarlo, la curiosidad hizo mella ante un observador que no manifestaba ninguna emoción despectiva hacia él, tal y como habían hecho todos sus antecesores. ¡Y no le estaba ignorando…! En aquel mismo momento se sintió lleno de gozo. La sensación de saberse observado sin indiferencia ni hostilidad casi le inquietó, acostumbrado como estaba a que nunca sucediera nada relevante en su efímero viaje. Incluso estuvo tentado de ponerse a la defensiva.

¿Qué es? ¿Cómo es? ¿De dónde viene? ¿Qué querrá…o no? ¿Se parecerá a mí?

Esas fueron algunas de sus inquietudes más inmediatas en aquel emocionante y también misterioso encuentro. Y a la espera de sus inmediatas acciones, pasaron horas, días, años hasta decidirse a hacer su primer acercamiento hacia tan sorprendente hallazgo. De súbito cambió de parecer y lo que en un principio fue alegría, se tornó en inquietud y desconfianza.

¿Qué querrá? Si toda mi existencia ha sido la indiferencia y la aversión, ¿por qué encuentro ahora todo lo contrario?

Al final decidió que si aquello quería comunicarse con él ya lo habría hecho, por lo cual y con pesar decidió reemprender su eterno viaje lamentándose de su mala suerte por carecer de reciprocidad a lo largo y ancho de su dilatada vida.

De súbito y un segundo antes de partir sucedió lo imprevisto. “Aquello” se manifestó en forma de mutuo entendimiento y para sorpresa de “algo” , “aquello” le preguntó:

¿A dónde vas?

“Algo” se quedó confundido por segundos…quizá horas o incluso días hasta que con cautela decidió responder, no sin antes escuchar las indicaciones de su subconsciente.

Voy lejos, donde mi infortunio por carecer de admiración, reciprocidad o mera curiosidad hacia mi ser no sea un mal a perpetuidad; donde la pena de conservar la indiferencia de los elementos no me torture eternamente. Voy a un lugar y un tiempo que desconozco, pero sé que tal vez un día, mes, año, siglo o milenio encontraré lo deseado.

Y transcurrieron segundos, minutos o tal vez horas de inquietante silencio. No había movimiento. Nada sucedía ni nada hacía acopio de existir, hasta que “algo” decidió por fin partir; volar con destino hacia su interminable búsqueda, perdiéndose así en la infinita oscuridad del universo.

“Aquello” se quedó observando con incredulidad la partida mientras pensaba:

Qué raro…Parecía interesante tener “algo” que compartir conmigo y en cambio ha decidido pensar en una cosa tan intrínseca con el tiempo; cosa por otro lado inexistente.

Y se aposentó con comodidad en su rincón de la eternidad observando durante minutos, horas, días, meses, años, siglos o milenios tranquilamente a que volviera a suceder “algo”.

Pep Trempat

6 comentarios:

  1. Caram, muy chulo el relato Pep, este no lo había leído aun y me ha encantado, como siempre.Muy filosófico :)

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  2. Pep he de decirte una cosa que es de rigor:
    ¿No has pensado alguna vez hacer un recopilatorio? y publicarlos en una editorial.
    Me has dejado tan impresionado leyendo tu relato que todavía tengo los ojos en tu relato con cara de admiración.
    Magnífico mi querido Pep.

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  3. Gracias a los dos. Sí que he pensado en publicarlos muchas veces, aunque no conozco ninguna editorial a la que pudiera interesarle.
    Hoy en día para publicar tienes que pagar primero y no estoy lo suficientemente motivado para desprenderme de un dinero del cual soy consciente de que nunca recuperaré. Y menos ahora.
    Necesitaría de un buen "padrino".

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  4. Que pasada!!! Me ha encantado !! Da en mucho que pensar... o si no en mucho por lo menos en algo...

    MªJo

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  5. Madre mía Pep panzón llorar jomio que estoy pegando...
    No había leído los comentarios ni que va dedicado a alguién.


    Si a ese “algo” le pusiéramos nombre sin duda sería el mío.

    Un cachO beso.

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