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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

martes, 1 de diciembre de 2009

El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.

Sin duda prefiero la muerte.
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Me desperté en la total oscuridad, con la sensación de que me faltaba el aire y con un olor penetrante que desconocía totalmente. Alcé mi brazo para alcanzar el interruptor, pero algo frenó mi intento, mi mano chocó contra una pared entelada. Intuitivamente alcé mi otro brazo pero sucedió lo mismo.
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Me entró el pánico, no recuerdo si grité o no, pero mis manos rápidamente buscaron una salida que no encontraron. Intenté levantarme pero estaba encerrado en un sitio estrecho que no me daba libertad de movimientos, sin duda era un ataúd. Noté que mi cuerpo se descomponía mientras intentaba no ahogarme con mi propio vomito. Perdí la conciencia, no sé durante cuanto tiempo, quizá horas.
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Cuando volví en mi, creí sentir el hedor de mi propia putrefacción. Era el olor de mis heces y mi vómito mezclada con la transpiración de mi cuerpo, sin duda ese debía ser el olor de la muerte. Grité, berreé y gruñí. Dí mil patadas y mis manos seguían buscando una salida sin éxito. Sentí como las uñas se desprendían de mis dedos intentando salir de aquel féretro que no me pertenecía. Las astillas de madera se clavaban en la carne viva de mis manos. Lloré. Lloré de rabia, de impotencia, de cansancio, de dolor y, sobretodo, de pánico. Volví a perder el conocimiento, no recuerdo en qué momento puesto que la desorientación era absoluta.
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Recobré el sentido, estaba allí. No tenía fuerzas para moverme, no tenía voluntad para gritar, ya no me quedaban lágrimas. Cerré los ojos ante la tenebrosa oscuridad y recé. No creo en Dios, pero recé y le rogué, y pedí perdón por todos los pecados cometidos. La tapa del ataúd se abrió, la luz me cegó y el aire del exterior me invadó hasta el punto de llegar a embriagarme.
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-Dios, ¿eres tú?
-¡Como si lo fuera, capullo! El jefe está de buenas. Te da exactamente 36 horas para que le devuelvas la pasta. ¡Si no date por muerto nenaza! Y hazme un favor, date una ducha.
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Me escupió en la cara, se rió y me dejó solo dentro de aquella caja maloliente.
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5 comentarios:

  1. Joer....
    me ha recordado aquel fragmento de Kill Bill en que la guapita Uma Thurman la entierran viva, aunque el motivo era otro y es ella sola la que se escapa...realmente sobrecogedora la escena...
    http://www.youtube.com/watch?v=3SxeUNap81I
    Pa flipar...

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  2. Por fin alguien cuelga al hampa... cuidado, podría llegar a parecer un accidente...

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  3. !Que miedo, por dio! animate un poco ¿vale?
    Boira

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  4. Excelente manera de transmitir una angustia terrible.
    ¿Sabías que en el siglo XIX mucha gente era enterrada viva por culpa de la epilepsia?
    Me dan escalofríos sólo de pensarlo.

    peptrempat

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  5. Uffff que angustia noia. y pensar que habrá habido gente que se ha sentido así...
    Muy buen relato Shemby!!!

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