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La presidenta del rellano.

(1)intelligentsia o, en caracteres castellanos, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intellig(u)éntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales.

jueves, 14 de enero de 2010

EL RESIDENTE

Capítulo I


25 de Abril de 1997

Al señor Rhys lo dejaron un 21 de Diciembre justo al lado de la puerta de la entrada de la residencia. Llevaba unos zapatos negros , que no limpiaba desde hacía ya mucho tiempo. Traje negro, camisa blanca y una corbata maltrecha y mal anudada. Sus cabellos grises, rizados y largos estaban medio atados con una goma en la parte baja de su nuca. Tenía una poblada barba larga, nariz prominente y gruesas gafas que escondían unos pequeños ojos tristes de color gris…totalmente vacios de alegría. Al sembrar una indiferencia indescriptible hacia la ternura y el amor que tantas veces habían intentado darle, solamente había recogido soledad, y su vida no había sido sencilla de ninguna de las maneras.
Cogió la chaqueta del asiento de atrás y también su ordenador. Se apeó del coche y abrió el maletero para sacar todas sus pertenencias…una maleta y un par de cajas que depositó en el suelo húmedo… eso era todo. T oda una vida metida en dos minúsculas cajas y una maleta rota. En pocos segundos el conductor del vehículo, sin mediar palabra y mirándolo solamente de reojo, arrancó el coche y desapareció calle abajo.
Gareth Rhys se quedó quieto unos instantes, mirando a su alrededor. Entonces encendió un cigarrillo y se lo llevó a la boca. A la tercera calada lo tiró en un rincón , aún encendido. Cogió sus cosas y se dispuso a llamar a la puerta del que sería a partir de entonces su nuevo hogar.

Capítulo II

“ No me gusta nada esta habitación, ni la señorita tiquismiquis que me ha acompañado hasta ella. Tiene demasiada luz, bajaré un poco la persiana.
Hay una cama individual en el fondo, al lado de la ventana. La colcha es marrón oscuro, al menos esto si me gusta. La mesita de noche es demasiado grande. No necesito tanto espacio. Y el armario empotrado. Con lo poco que me gustan a mí los armarios empotrados. Y menos los que tienen tres puertas… Odio los números impares. Las cortinas verdes. A quien se le ocurre poner cortinas verdes en una habitación, vaya mal gusto. Pfffff, y la alfombra... Nunca había visto una alfombra tan fea en mi vida.
Ahora mismo quitaré este cuadro de la pared. Un cuadro con árboles y un río de un tal Ódena. Le diré a la tiquismiquis que se lo lleve. Me gustan las paredes vacías.
No, si ya te digo yo que en que antro me he metido. Las paredes son tan finas que oigo la tele y la voz de una mujer en la habitación de al lado. Seguro que es una vieja cotorra y chafardera donde las haya. Vaya mierda de sitio, con el dinero que me va a costar cada mes. He tenido que vender mi casa para poder venir aquí, y ya me arrepiento. Si mi hijo no me hubiera obligado a coger la incapacidad y hubiera dicho que no puedo estar solo ,aún podría estar viviendo en mi casa, a mi manera, a mis anchas…pero esta mierda de enfermedad cada día me cabrea más. Se me agarrotan las manos y el temblor solo se me pasa un poco a la media hora de tomarme la pastilla. Al rato vuelven los temblores y me quedo tan agarrotado que hay días que no puedo ni coger el vaso y llevármelo a la boca. Puta enfermedad de los cojones.
Voy a ver que tal es el lavabo, aunque estoy seguro que tampoco me va a gustar. Mierda de sitio, mierda de vida.

Capítulo III


El tap-tap-tap de una máquina de escribir había despertado temprano a Gareth Rhys, que a las ocho ya se encontraba en el comedor de la residencia delante de un plato de tostadas con mermelada y un café con leche que le había traído una de las trabajadoras de día.
Interrumpió sus pensamientos el rítmico cloc-cloc de unos zapatos de tacón que se acercaban por su espalda. Buscó en el interior de su americana y sacó la pitillera y extrajo un cigarrillo. El áspero aroma llenó el comedor y se dispersó por el efecto de un ventilador que había en el techo. Se fumó el cigarrillo entero aunque fue avisado que no se permitía fumar. Una vez reducido a una hebra lo apagó con el dedo previamente humedecido con saliva.

_ Usted debe ser el señor Rhys – alguien dijo desde su espalda- ¿puedo sentarme con usted?

Miró a la sonriente anciana que estaba con una plata con su desayuno entre las manos.

_ Haga usted lo que le dé la gana señora- dijo él sin tan siquiera mirarla, pensando que esta respuesta la ahuyentaría.

La señora Briggs, que así se llamaba, se sentó en la misma mesa, delante de él sin perder la sonrisa. Durante un momento el señor Rhys estuvo demasiado aturdido para imperar sobre su cuerpo que retrocedió con la silla ante lo que en el primer momento le pareció un espantapájaros animado. Bien vestida sí, pero parecía como si se hubiera echado la pintura en la cara con una brocha .

_ Señor Rhys, me llamo Laura Briggs, y soy la vecina que da pared con pared a su habitación. Solamente quería presentarme y preguntarle si le he despertado o molestado esta mañana con la máquina de escribir. Verá, es que soy escritora y estoy a punto de publicar mi cuarto libro. No me gusta usar ordenadores, soy una negada para ello, por lo que sigo usando mi antigua máquina.

Garteh Rhys respiró hondo, e intentando ser cortés le respondió:

_ Si señora, me ha despertado el estruendo de su maquinita. Espero que mañana empiece usted a trabajar más tarde. Perdone pero ya he acabado mi desayuno. Le invito a que siga en esta mesa todo el tiempo que le haga falta. Voy a pasear por el jardín un rato y le agradecería que no me siguiera. Quiero estar solo.

Laura se quedó con la boca abierta, no medió palabra y siguió comiendo su desayuno, esta vez sin sonreír.

Capítulo IV


El sol había perdido su influencia sobre el aire aquella mañana del 10 de Enero de 1998, y hacía mucho frío. En los árboles que se veían a través de la ventana no había hojas .Al horizonte había un pequeño resplandor variopinto que imponía una alternancia de rojo y púrpura en las nubes que posiblemente traerían nieve a lo largo del día.
Gareth Rhys bajó temprano al comedor como de costumbre. Cada mañana Laura se sentaba en la mesa con él, después de dar paso a un “buenos días señor Rhys” que nunca recibía respuesta alguna. Pero ella insistía cada día con su sonrisa incansable.
Aquel día Laura no se había presentado al desayuno, cosa que , aunque a él mismo le pareció extraño, inquietó al señor Rhys.
Después del desayuno subió las escaleras poco a poco, ya que aquel día tenía las piernas muy agarrotadas debido a la enfermedad de Parkinson que cada vez se lo ponía todo más difícil. Avanzó por el pasillo parando de vez en cuando a descansar y se detuvo delante de la puerta de Laura. Le entró una sensación desagradable cuando vio que la puerta estaba abierta .
Laura estaba tumbada en el suelo boca arriba y seguía envuelta en su camisón y su bata. Respiraba con la boca entreabierta y con dificultad. La depositó en el sofá, con la espalda recostada contra el apoyabrazos. Pareció que Laura respiraba con más facilidad aunque aun estaba inconsciente, y salió de nuevo al pasillo para pedir ayuda. Los dos médicos de la residencia no tardaron en llegar y le pidieron al señor Rhys que por favor esperara fuera.
Bajó las escaleras después de recoger una pequeña caja de su habitación. Con el corazón encogido se dirigió a la sala de estar y escogió el sofá del rincón para estar solo. Abrió la caja y empezó a contemplar una fotografía tomada en los años cincuenta. Había en la foto dos personas jóvenes mirándose enamorados, abrazados, con un fondo maravilloso en blanco y negro. Giró la fotografía para ver una nota escrita por él mismo en tinta negra :

“ María, la tristeza de tu muerte me ha hundido por completo. Te quiero. Gareth”

Siguió sentado en el sofá durante dos horas, con los ojos cerrados y la fotografía en la mano.
A las dos de la tarde el señor Rhys fue llamado para ir a comer. Guardó la caja en la habitación y pasando por delante de la puerta sintió un nudo en la garganta .Se dirigió al comedor y se sentó en la misma mesa de siempre.
Por detrás oyó el cloc-cloc de unos talones y se levantó con súbita rapidez. Ahí estaba Laura, recuperada de lo que había sido un desmayo debido a sus problemas respiratorios. Le cogió aquellas suaves manos aterciopeladas y durante unos instantes cerró los ojos .Sintió deseos de besarla. Los dos se miraron durante un momento no muy largo mientras al señor Rhys le invadía una sensación de extraña irrealidad. La sonrisa de Laura invadió el comedor y se fundieron en un gran abrazo seguido de un beso. Gareth Rhys sonrió por primera vez desde hacía veinte años.



10 comentarios:

  1. Joer Anna, es fantastico tu relato, me ha gustado un montón.
    Petons
    Musu bat.

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  2. Gracias Txemi ;-)
    Eta musu beste bat (¿lo digo bien?) Tengo que aprender.

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  3. Lo dicho. Me has llegado al corazón.
    Excelente!!!

    Shemba

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  4. Hay que ver lo que llega a marcar el desamor a muchas personas. Seguro que a partir de ahora le encantan las cortinas verdes. Y vuelve a colgar el cuadro en la pared. Y hasta se encontrará mejor de salud.

    Aish... si dejáramos querernos un poquito más...

    Me ha encantado Anna. Gràcies!!!!

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  5. Te lo he dicho antes y te lo repito ahora. Maravilloso.

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  6. Precioso.
    Me ha emocionado.
    Gracias.
    Anónimo, el desamor marca mucho, pero como ves, el amor marca mucho, pero que mucho más.
    Patxi.

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  7. Aish.... el anónimo entre SOC JO y Pep soy yo, Kaos.

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  8. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

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  9. Precioso Anna, estupendo. Me ha emocionado el final, bandida. El tío tope huraño, muy bueno.

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  10. Gracias!!!! Feliz de que haya gustado1 :P

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