EL ORIGEN DE LOS DESEOS
Era noche de San Juan.
Solitaria, en la orilla, la brisa le mecía los cabellos, la danza de sus mechones ondulados era hipnótica, el vaivén de su pelo causaba una extraña sensación de letargo. Sus grandes ojos azabaches miraban al horizonte con anhelo de lo desconocido, de algo que aún está por llegar, de algo que quizás nunca ha de llegar. Sus labios esbozaban una temerosa sonrisa, esperando aquello que ni siquiera ella sabía qué era. Allí, el mar bañaba sus pies mientras que poco a poco se le hundían en la arena.
Las hogueras ya ardían, sus llamas bailaban a compás de las risas de la gente. Las pequeñas ninfas del fuego, en forma de chipa, salían de él corriendo a su libre albedrío para deleitarse de la fiesta de San Juan. El viento las arrastró hasta ella y la rodearon entre danzas y juegos.
La unión de los cuatro elementos desató la magia de la noche señalada. El viento se convirtió en huracán, el mar enfureció, la tierra tembló y el fuego quemó más que nunca. Fue un instante, quizás un segundo, o tan solo pasó en la imaginación de la gente y jamás ocurrió en la realidad.
Ella, dejó de ser ella sin dejar de serlo. Un halo de luz la envolvió y sus resplandecientes alas afloraron de su ser. Era hermosa, no había palabras para describirla. Nunca nadie había visto nada semejante. El Hada de los Deseos había nacido en la noche de San Juan.
Las hogueras ya ardían, sus llamas bailaban a compás de las risas de la gente. Las pequeñas ninfas del fuego, en forma de chipa, salían de él corriendo a su libre albedrío para deleitarse de la fiesta de San Juan. El viento las arrastró hasta ella y la rodearon entre danzas y juegos.
La unión de los cuatro elementos desató la magia de la noche señalada. El viento se convirtió en huracán, el mar enfureció, la tierra tembló y el fuego quemó más que nunca. Fue un instante, quizás un segundo, o tan solo pasó en la imaginación de la gente y jamás ocurrió en la realidad.
Ella, dejó de ser ella sin dejar de serlo. Un halo de luz la envolvió y sus resplandecientes alas afloraron de su ser. Era hermosa, no había palabras para describirla. Nunca nadie había visto nada semejante. El Hada de los Deseos había nacido en la noche de San Juan.
Ooooooohhhh!!!!! Que bonitoooo.
ResponderEliminarLo he leído 3 veces. Precioso.
Estás hecha una artistaza. A ver si te prodigas más.
Felicidades, Shemby.
No has pensado Mariajo en escribir en serio , no lo haces nada mal y ganaría dinerito je je je.
ResponderEliminarEn serio, me ha gustado tu relato.
Magnifico... escribe más, es un pasadón... muy bonito.
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